Capítulo 4

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No sabía ya ni qué hacer para caerle bien a Ainhoa. Es que, de verdad, era insoportable. Además, había estado preguntando por ahí un poco sobre ella para intentar encontrar algún trapo sucio, pero no encontraba nada... Mira que he trabajado con chefs, pero ninguno tan terco ni soberbio como ella. Literalmente, hemos hecho un masterclass para aprender a pelar las zanahorias de la manera correcta, ¿a quién coño se le ocurre? Pues solo a la loca de Ainhoa. Yo creo que tiene un poco de obsesión con ellas, a lo mejor por el pelo, no sé. Por suerte Paolo me ha estado apoyando un montón y me ha estado dando algo de ánimos, porque Ainhoa me los quita cada mañana cuando entro a la cocina y escucho su "buenos días" tan soso, que motivar, motiva poco.

- Bueno chicos, hoy me gustaría que me mostrarais algo nuevo. Una creación que sea completamente vuestra. De ellos, elegiré al mejor y esa persona será la encargada del servicio de esta noche, porque no podré estar aquí. – dijo Ainhoa.

- Y eso, ¿chef? – dijo Paolo intentando sonsacar qué es lo que escondía con esa falta al trabajo.

- Asuntos personales, Paolo. ¿Te importa? – contestó ella bastante borde.

- No no, para nada. – dijo él intentando que no le asesinara con la mirada.

Y esta ahora, ¿qué tenía que hacer tan importante como para faltar al trabajo? Yo flipo, espero que al menos se lo haya comentado a mi madre, porque vamos... Lo que sí tenía claro, es que tengo que conseguir ser la mejor, era mi momento para poder demostrar mi valía y darle en toda la cara a mi jefa. ¿Que yo era una enchufada? Ni de coña. Decidí preparar mi plato estrella, una de mis creaciones más aplaudidas por Pepe en su momento: un gazpacho de espárragos verdes, que incluye una gran variedad de verduras, además de un puñado de almendras que le brinda un toque muy especial, y es el acompañamiento perfecto para unas rebanadas de pan de hogaza. Estoy segura de que Ainhoa no se iba a poder resistir a ello. Paolo había decidido hacer una pasta con una salsa marinera que también solía triunfar mucho, así que posiblemente habría que luchar un poco por el primer puesto. Ainhoa nos dio 2 horas para poder preparar nuestros platos, la verdad es que estaba rodeada de talento, todos mis compañeros habían preparado platos magníficos que podían ser dignos de cualquier restaurante con alguna que otra estrella Michelin.

- Quiero ver esos platos, acercaos, venga. – dijo Ainhoa quitándose su pañuelo de la cabeza para poder prepararse para realizar la cata.

Vi cómo colocaba todos los platos en orden, colocando el mío y el de Paolo al final, por alguna razón que a mí se me escapaba. ¿Lo había hecho a propósito para poder rechazarlos directamente? No me extrañaría, la verdad, porque con lo que nos odia... (sobre todo a mí). Empezó a probar todos ellos, yo ya tenía medio aprendidas sus muecas después de estas semanas, ya que las que realizaba cuando algo no le gustaba, me las sabía de memoria de tanto mirarlas. Algo tenía que tener de positivo que me odie tanto, ahora puedo saber más o menos cómo va la cata. Cuando algo no le gustaba absolutamente nada, colocaba su dedo índice junto a la comisura de sus labios, gesto que hizo un par de veces. Cuando algo le parecía que estaba bien pero no perfecto, se tocaba la cabeza, como pensativa. Pero, cuando algo le sorprendía para bien, asentía con la cabeza de manera lenta, sin gesticular de ninguna manera con la cara. Ese último gesto, vi que lo hizo con el plato de Paolo, lo cual me preocupó bastante. Cuando llegó al mío, directamente no hizo nada, eso hizo que me pusiera totalmente nerviosa. ¿Y si era tan mierda que directamente no podía ni reaccionar? Esto era nuevo, la verdad.

- Ha sido difícil, chicos, porque hay platos realmente buenos, y otros... pues ahí están. – dijo mirándome fijamente, lo que me hizo pensar que esos otros, era yo. – Aun así, hay un claro ganador. Luz, muy buen trabajo, te encargarás del servicio esta noche. Enhorabuena.

Éxtasis #LuznhoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora