Por fin había llegado la conversación que tanto llevaba esperando durante toda la semana. Estaba rodeada de miedo, de incertidumbre, de inseguridades. Yo tenía muy claro lo que sentía por ella, pero no lo tenía tan claro por su parte. Ainhoa aceptó que habláramos sobre nosotras, lo cual ya era un gran avance. Las calles de Vera estaban silenciosas, no se escuchaba ni un alma, lo cual se unía al hecho de que había llovido horas antes y el asfalto estaba húmedo. Se podía sentir el frescor que desprendía con tan solo pisar el suelo.
En lo que respecta a nuestro camino hacia casa, nos mantuvimos distantes, sin mediar palabra. Lo único que fuimos capaces de compartir, fueron un par de miradas cómplices, con las cuales intenté decir mucho más que con palabras. No siempre se me daba bien hablar, ya que era demasiado impulsiva y la cagaba muchas veces diciendo cosas que no pensaba realmente. Por eso, prefería decirlo todo con la mirada, a lo cual Ainhoa supo responder perfectamente. Ella me entendía sólo con mirarme, entre nosotras no hacía falta nada más.
Una vez llegamos al patio del hostal donde ella se alojaba (sí, aún no había encontrado piso), me planté en su puerta decidida a hablar por fin. Pero, fui interrumpida por ella antes de intentar comenzar la conversación.
- ¿Quieres subir? – una pregunta que no esperaba para nada, sinceramente.
Yo me limité a asentir, tras ser sorprendida por sus palabras. Ainhoa se dispuso a abrir la puerta, y ambas subimos por las escaleras, yo siguiéndola por detrás. Fueron los tres pisos más largos de mi vida, parecía que no llegábamos nunca. Aunque, agradecía que no hubiera ascensor, porque si hubiera tenido que estar durante cinco minutos en un lugar tan diminuto junto a ella, no sé si habría sido capaz de soportarlo.
Una vez llegamos arriba, Ainhoa abrió la puerta y se apartó para dejarme pasar dentro de la habitación. Estaba más desordenada de lo que había estado la última vez que estuve allí. Lo cual, me hizo pensar en si la forma de ordenar una habitación podía definir cómo se sentía esa persona en ese momento de su vida. Había escuchado hablar de eso, pero no conocía a nadie que fuera de esa forma. Posiblemente, Ainhoa era ese tipo de persona. Pero no era el momento de pensar en eso, me limité a pasar y a sentarme en el borde de la cama, la cual a diferencia del desorden de la habitación, estaba hecha de una manera perfecta, casi intacta diría yo.
- Tú dirás – dijo Ainhoa colocándose de pie en frente de mí, lo cual hizo que me tensara un poco más de la cuenta. Suspiré antes de ser capaz de responderle.
- ¿No te sientas? – intenté hacer que todo fuera menos incómodo y poder estar a su misma altura. De por si era más alta que yo, pero estando sentada con ella de pie... la diferencia ya era abismal.
Tras unos segundos, se sentó a mi lado en la cama, y se colocó mirando hacia mi dirección, mirándome fijamente. Joder, si quería ponerme nerviosa, lo estaba consiguiendo con cada uno de sus actos.
- ¿Y bien? – preguntó de manera directa.
- Quería hablar sobre lo que pasó el otro día, cuando... hablamos después de lo de aquella noche.
- Creo que lo hablamos todo en esa conversación. Luz, yo... no puedo estar contigo – dijo apartando su mirada de mí.
- No puedes, ¿o no quieres? Porque aquel día, me dijiste que no habías sentido absolutamente nada por mí en ese beso.
- Ambas cosas – continuó sin mirarme.
- No te creo – dije levantándome de la cama.
- Pues créeme, es la verdad. Tú y yo no podemos estar juntas. No te convengo.
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Éxtasis #Luznhoa
FanficLuz, una de las trabajadoras del restaurante del Hotel LaSierra, se encuentra en una encrucijada amorosa con Paolo, uno de sus compañeros. Además, pertenece a la familia dueña del hotel, lo cual no hace que las cosas sean más fáciles para ella. Pare...