What if... Ivy Potter? | Oliver Wood [BORRADOR]

Capítulo 4. El castillo (año 1)

Después de la pelea con Nott y sus guardaespaldas, Oliver agradeció la ayuda que le dimos para después salir corriendo del compartimento, tratando de cubrir sus mejillas sonrojadas.

A los pocos minutos de la salida apresurada de Oliver, llegó Charlie, que era uno de los prefectos de Gryffindor. Comenzó a reñir solamente a Fred y George ignorado el hecho de que yo también había hecho ruido y desorden en los pasillos

—No es ni su primer día y ya se metieron en problemas. Si su comportamiento no mejora le mandaré una carta a mamá...

—Parker Nott y otros niños estaban molestado a alguien. Nosotros ayudamos al niño —agregué tratando de que Charlie comprendiera la situación. El solo sabía la parte del ruido y desorden, pero no sabía por qué se había ocasionado.

Evité decir el nombre de Oliver, el pobre ya tiene suficientes problemas como para agregarle más.

—Gracias Ivy. Lo tendré en cuenta. Para la próxima traten de pedir ayuda antes —dijo Charlie para después salir del compartimento.

—Si hubiéramos pedido ayuda, el pobre de Oliver ahorita tendría la oreja en la boca —dijo Fred con amargura.

Al anochecer comenzamos a ponernos las túnicas. La mía, aunque era nueva, tenía algunas hebras sin cortar, que arranque con mucho cuidado para evitar deshacer las costuras. Por otro lado, la de los gemelos eran un poco largas para ellos, a pesar de ser altos para su edad, también en las zonas de la rodilla se notaba el desgaste de la tela. Probablemente las túnicas hayan pertenecido a sus hermanos mayores.

—Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos, favor de dejar su equipaje en el tren.

Resonó una voz en el tren que hizo que George y yo diéramos un pequeño salto de nuestros asientos. Provocando que Fred comenzara a reír y a intentar asustarnos de nuevo cada vez que alguno de los dos se distraía.

—Primero las damas —dijo George abriendo la puerta para dejarme pasar, pero Fred salió antes.

—Muchas gracias joven —contestó Fred en un tonto que se asemejaba a una anciana con problemas con el tabaco.

No éramos los únicos que intentaban salir del tren. Montones y montones de alumnos comenzaban a salir de los compartimentos y comenzaban a juntarse a lo largo del tren. Los que lograban salir de los compartimentos, eran arrastrados por la multitud de personas en dirección a cualquiera de las salidas de los vagones.

Fred fue el primero en ser arrastrado por la multitud, desde el compartimento se escuchaban sus oraciones para evitar caerse entre tanta gente. Lo seguí y justo atrás de mi iba George.

Ya no había rastro de Fred, había logrado salir del tren. Mientras tanto George y yo luchábamos por salir de él. George estuvo a punto de caerse, pero logró detenerse de un chico, aunque le estiró sus rastas para no morir tragando por una multitud.

En el andén, al igual que el pasillo del tren, estaba repleto de personas, pero en este espacio era más sencillo respirar.

Gracias al calor corporal que emanaba cada persona que estaba en el andén, no era tan notorio el frio.

—¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí!

A lo lejos observe una luz proveniente de una lámpara. La lámpara era sostenida por un hombre muy grande y su voz era grave y a un costado reconocí una melena rojiza, que le pertenecía a Fred.

—¿Ves a Fred? —preguntó George que se estaba colocando a un costado mío.

—Está allá, con el hombre grandote.