Parte/59/ La maestra

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Tuve otro encuentro con otra maestra, ella vivía en la acera de enfrente de nuestra casa, vivía sola era una señora ya grande, tal vez pasaba de los sesenta años es difícil, descifrar la edad de una persona cuando eres niña.

Una persona de veinte años ya es vieja para ti, pero esa maestra ya era grande, tenía un aspecto de enojona y se decía que era muy estricta que casi, casi rayaba en la crueldad, que no era nada extraño en mi niñez la enseñanza entraba con palos, usaba lentes y tenía un tic nervioso hacía una mueca con la boca y le temblaba un ojo, eso la hacía ver más cruel.

Su casa era grande siempre tenía la puerta abierta era un portón con un pasillo  donde terminaba el pasillo tenía un cancel ese siempre estaba cerrado con llave, nosotros nos metíamos de puntitas, y nos asomabamos, por el cancel, lo único que veíamos era unos sillones de madera con una mesa de centro y un florero con las mismas flores de plástico y a los lados un pasillo grande y puertas, en medio un patio grande  al fondo una puerta de madera, para entrar al corral o huerta se alcanzaban a ver árboles por arriba de la barda.

En una ocasión que andábamos jugando de pronto la vi estaba parada enfrentito de mí y me dijo

- Niña

 me sorprendí tanto que dije

 -Hay me asusto

-Puedes venir a mi casa a lavarme los trastes

 -Pues

-Como me vio que titubee me dijo

-Te doy un peso, no pues mi cara cambio del susto pasó a la alegría un peso era mucho para una niña de 10 años

 -Ahorita vengo le voy a avisar a mi mamá

 -Como mi mamá siempre nos decía

-Siempre sean  acomedidas  no sean interesadas,  ayuden, sin recibir nada a cambio, algún día ustedes van a ocupar que las ayuden.

-Le avise, me dijo que sí.

Por fin iba a ver la casa por dentro, abrió el cancel, nos pasamos, la casa era muy parecida a la casa de las maestras, con ligeros cambios, pero la casa de las maestras se veía muy alegre por las plantas, y aunque no tenían pajaritos en jaulas siempre se escuchaban cantar, esta casa se veía muy lúgubre, tenía macetas grandes muy bonitas pero con las plantas secas, tenía piso muy bonito pero todo lleno de polvo había telarañas por donde voltearas, los muebles tenían una capa de polvo de mucho tiempo, tenía un escritorio en una parte del pasillo muy bonito de madera, lleno de papeles, una máquina de escribir antigua, bueno en ese tiempo era moderna, jajaja, en las paredes había pinturas con paisajes muy bonitos y otras con haciendas, todo tipo mexicano, pero todo lleno de polvo, toda la casa hablaba de que en otro tiempo había abundado la abundancia,

Llegamos a la cocina y casi me fui de espaldas, la cocina era igual que la de las maestras, lo único que cambiaba era el tipo de muebles y la limpieza, tenía la mujer toda la cocina con trastes sucios, el fregadero, el pretil, la mesa y hasta en el piso, creo que ensucio todo y cuando ya no le quedó nada limpio  me hablo, que barbaridad era el peso más desquitado.

Empecé por ponerle agua a todos los trastes para que se remojaran  primero limpie donde los iba a poner, después los aparte, y empecé a lavar los vasos las tazas, siguiendo con los platos, lo bueno que las cacerolas y ollas eran pequeñas, nada más cocinaba para ella, pero lo que más había eran tazas y cucharitas cafeteras, me imagino que tomaba mucho café.

Pero salió considerada, cuando llevaba la mitad entro y me dijo

- Ya deja por hoy, puedes venir mañana para que termines.

Pasajes de mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora