Parte /26/ Mi tío Jesús

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Mi tío era hermano de mi abuela materna, su esposa se llamaba Juana tenían 5 hijos 3 mujeres y  2 hombres, Miguel, Virginio, Adelina, María Luisa y Cristina la menor, Virginio ya era un adolescente a él le gustaba mucho el comercio, el se subía a vender al tren de pasajeros, vendía fruta de la temporada, naranjas, mangos, guamúchiles, ciruelas, elotes, mi tía le preparaba un chile muy bueno, partía la fruta y la acompañaba con el chile, el se subía al tren cuando llegaba al pueblo, mientras subía y bajaban los pasajeros él empezaba a vender recorría los vagones y cuando el tren empezaba a caminar el se bajaba antes de que aumentara la velocidad era muy diestro para bajarse, siempre se bajaba en el mismo lugar en una pendiente con pasto, en una ocasión yo tenía como 8 o 9 años me dijo

-¿Me ayudas a vender la fruta? tu recoges el dinero, si me ayudas te doy veinte centavos para mí era mucho, le dije

- Si te ayudo.

Nos subimos al tren el entregaba la fruta y yo recogía el dinero, cuando el tren empezó a moverse me dijo ya vámonos a la salida, y llegamos a la puerta el tren iba despacio pero a mi se me hacia que iba muy rápido y tuve un ataque de pavor, el me dijo

- Brinca, 

-Yo le gritaba.

- Tengo miedo el tren cada vez iba tomando velocidad, el me tomo de la mano brinco y me jalo con él cuando caímos el ya sabía como frenar la caída pero yo no, así es que me fui rodando, rodando, hasta que llegue al final de la pendiente, mi primo corrió y me ayudo a levantarme afortunadamente no me paso nada grave, salvo de unos raspones y toda llena de una planta que se llama hisapoles que se pegan en la ropa, y llena de tierra, cuando llegamos a la casa mi mamá me vio y me dijo

 -¿Mira nada más como vienes que te paso?

 -Yo muy cándidamente le dije

-Me caí del tren

Mis tíos y mi mamá abrieron desmesuradamente lo ojos

-¿Cómo esta eso?

-Yo muy contenta les dije lo que había pasado, ya se me había pasado el susto, pero a mi pobre primo casi, casi lo mataron lo regañaron

- Pero a quién se le ocurre eso, y si hubiera estado una piedra y se hubiera pegado en la cabeza estuviera muerta, y bueno varios regaños más, lo que si recuerdo es que ya nunca me aventure a ayudarle a vender pero el cumplió y me dio mis veinte centavos.


Pasajes de mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora