Parte /82/ capitulo final

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En este tiempo las personas, dicen que la tecnología está separando a las familias, en mi época las reunía.

Yo crecí con el radio, el radio era el encargado de despertarnos con un programa de cri, cri, el grillito cantor nos apuraba para que nos levantáramos para ir a la escuela.

Entre canción y canción nos decía ya te vestiste, ya te lavaste la cara, recuerda que te tienes que lavar las orejas muy bien, para que escuches muy bien a la maestra, córrele ya empieza a desayunar, que tienes que estar fuerte para que puedas jugar a la hora del recreo,

Ya desayunaste, corre a lavarte los dientes que se te hace tarde, ¿llevas tus libros, tus libretas, tu lápiz, tus colores?, revisa bien tu mochila ¿todo listo vámonos a la escuela y empezaba la canción, caminito de la escuela.

Había estaciones para los diferentes gustos de las personas, a mi papá le gustaba la música romántica, para mi mamá era muy fácil descubrir cuando mi papá traía un nuevo amor, con la cara que ponía cuando escuchaba las canciones, mi mamá sabía perfectamente que ya le había adornado la frente.

A mi mamá le gustaban las canciones rancheras, cuando se ponía hacer las tareas de la casa nos deleitaba con su linda voz cantando las canciones del radio, como segunda voz de  de los artistas.

También le gustaban las radionovelas, los narradores eran tan buenos que arrancaban las lágrimas, risas y también el coraje contra los protagonistas de los escuchas.

Los programas de la XEW, de concursos, la hora de los aficionados, adivínela cantando, el Doctor IQ, y tantos programas más,

A las 8 de la noche todo el mundo se reunía alrededor del radio para escuchar la novela de chucho el roto, el amigo de los pobres, el hombre que robaba a los ricos para darles a los más desprotegidos, enseguida seguía el ojo de vidrio.

Llegaron los radios de baterías, de todos los tamaños, así la gente donde quiera que anduviera traía su radio y no se perdían sus programas predilectos.

Llegaron los tocadiscos, a precios razonables en abonos y al contado, era un deleite escuchar tu canción preferida una y otra vez hasta que el disco se rayaba y quedaba inservible.

Al  barrio llego la primera televisión en blanco y negro, el dueño la saco en abonos y para sacar el abono cobraba veinte centavos para tener el privilegio de ver los programas, puso unas gradas, entre más personas fueran más pronto sacaba el abono, yo ayude con mis veinte centavos a pagar esa televisión.

Cuando juntábamos el veinte, íbamos en la tarde para ver las caricaturas, Popeye el marino, el gato Félix, Tom y Jerry, el pato Donald, Lulú la sexy, el corre caminos., y tantas, más decíamos vamos al cine chiquito, jajajajaja.

Los juguetes también evolucionaban, había planchitas eléctricas un modelo igualito a las de verdad, las conectabas y planchabas la ropita de tus muñecas, la estufita eléctrica que también conectabas y podías cocinar un pan en el hornito y cocinar comidita en las parrillitas, obviamente yo nunca tuve acceso a un juguete de esos, eran exclusivos para las niñas adineradas, pero más de alguna niña compartió conmigo las novedades.

Mi hermana Chuy

Ella era la encargada de cuidarnos a los hermanos menores, aunque nunca le hacíamos caso, siempre nos cuidábamos de ella, porque ya sabíamos que en cuanto nos veía que hacíamos alguna travesura corría a decirle a mi mamá, mi mamá tenía sus métodos para reprender, arcaicos, primero pegaba y después escuchaba, a lo largo de la historia me preguntaron,que porque no la hacíamos participe de nuestros juegos y aventuras que tuvimos mi hermana Luz y la respuesta es, en primer lugar ella tenía miedo a todo, no quería romper las reglas, y Luz y yo no la vivíamos rompiendo reglas de conducta, en segundo lugar mi mamá siempre le decía.

Pasajes de mi infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora