Capítulo 3: Delírium tremens

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09:43pm
Wolftrap, Virginia

Will se encontraba tomando una copa de Whisky, sentado en una hamaca en el portal de su acogedora casa. Le hacían compañía todos sus caninos amigos, en especial Winston, sabía que su dueño estaba pasando por un momento un tanto complicado.
Busca con el hocico la mano de éste para que pudiera acariciarlo, Will dibuja en su rostro una leve sonrisa, deja el vaso con whisky a un lado para poder acariciar mejor a Winston.
De repente escucha unas pisadas cerca de la ventana, alguien estaba observándolo, las pisadas en la nieve aclararon más la hipótesis de Will, eran recientes, su corazón estaba acelerándose por cada segundo que se ponía a pensar en la posible identidad del acosador. Nadie vivía cerca de esa zona, estaba totalmente aislado de la civilización, el vaho salía de su boca, su respiración era de nuevo agitada. No podía ver mucho, ya que había una niebla espesa, si no se hubiera acercado a la dirección donde escuchó las pisadas, no podría haber visto nada.

Nota cómo es agarrado con fuerza de la chaqueta, una mano le tapa la boca y puede divisar un pequeño cuchillo brillar al dar un leve destello ante la luz del portal. Resistiendo e intentando zafarse de su "agresor", Will agoniza un grito ahogado, siente el objeto punzante clavarse en el mismo lugar donde la cicatriz se encontraba. Los gritos son leves por la mano que tapaba su boca, sentía lo montones de sangre derramarse en el suelo. Sus piernas comienzan a temblar al igual que su cuerpo, tenía la mente completamente en blanco y su vista se iba nublando poco a poco, estaba perdiendo demasiada sangre.
Asustado por el pánico, sin quitarle la vista de encima a aquel charco de sangre, escucha la respiración de su atacante, agitada y emocionada por el espectáculo. En la comisura de los labios de su "invitado" se dibuja una sonrisa retorcida mientras se acerca a la oreja de Will para susurrar con soberbia:

- El olor de tu temor es un exquisito regalo para mí. -

01:54am
Wolftrap, Virginia

Will se despierta con un grito, sudando de nuevo, con lágrimas, la respiración agitada y su mano en el abdomen. Todos los perros que se encontraban durmiendo en el salón se despiertan repentinamente al escuchar a su dueño de esa forma. Ante la impotencia, la ira y el miedo que le provocó ese dichoso sueño, lanza con furia una almohada contra la pared.
Repite la misma rutina de siempre, va al lavabo se cambia la camiseta y se queda un buen rato mirándose aquella desagradable cicatriz.
Se dirige para ir a la cocina para prepararse un té con leche para poder entrar en calor y relajarse un poco, antes de llegar, Will divisa unas pequeñas y gotas de color rojizo, más bien granate, en el suelo. Sigue el inadvertido rastro de gotas hasta llegar al mueble donde estaban las tazas, abre lentamente la puerta del mueble para averiguar qué había dentro, con la tenue luz de la lámpara del salón puede ver cómo dos bolitas blancas con alguna vena que otra más roja que otras, ensangrentadas, con el nervio ocular aún en estas, estaban situadas de tal manera que hiciesen contacto visual con los ojos atormentados de cabellos rizados.
Will ya había visto de todo, pero lo que más le impactó fue una pequeña tarjeta, como si de empresa se tratase, situada debajo de los ojos. Con cuidado y sin ensuciar la escena del crimen, porque aún sin tener un cadáver, esos ojos eran de alguien que ha tenido un final no muy agradable, saca la tarjeta de debajo de los ojos.
Se dirige al salón donde había más luz, con una mirada de pánico simplemente pudo ver escrito en una letra cursiva y elegante lo siguiente:

"¿Sigues teniendo pesadillas? Me da la sensación de que la respuesta es sí y yo soy el protagonista, ¿no es así, Will? "

Con rabia, Graham rompe en pedazos la tarjeta, se lleva los dedos al puente de la nariz para agarrarlo con el celo fruncido. Ya no sabía si estaba viviendo una paranoia, un sueño o una realidad, pero no era él mismo. Tomó el teléfono del salón para llamar a Jack, que se trajera consigo a Jimmy y a Brian para examinar los ojos que había en su cocina.

Sabía que Hannibal estaba jugando con todos pero sobre todo más con él, pudo sentir "algo" por el Doctor Lecter, pero no podría seguir diciendo lo mismo, no después de todo lo que hizo. Bedelia se lo dijo, Hannibal estaba obsesionado con él no por el simple hecho de ser el juguete perfecto, si no porque estaba igual de perturbado que él.
Tras llamar a Jack, acordando que llegaría en menos de 30 minutos, Will fue a por ropa algo más abrigada para salir al portal de su casa, esperaría a Jack, estaría vigilando la zona hasta su llegada, pero esta vez, él estaba despierto.

ℭ𝔬𝔯𝔭𝔲𝔰 𝔢𝔱 𝔪𝔢𝔫𝔰 𝔣𝔲𝔯𝔦𝔬𝔰𝔬𝔯𝔲𝔪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora