Capítulo tres - Serena

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15 de Noviembre.

El día más esperado en mi vida por fin ha llegado, el día que me caso con el hombre que más amo sobre este mundo y todas las galaxias, repito, gracias Dios.

Camino hacía el ventanal gigante que se encuentra en la habitación, al hacerlo pasó frente al espejo que deja ver toda mi anatomía y sonrió, jamás pensé verme vestida de novia, creía estar en un cuento de hadas del cual no quería despertar nunca, ni aunque me pagaran todo el dinero del mundo por ello, observo mi vestido con delicadeza cada parte de él, comenzando por el toque dejando al descubierto mis hombros, y las mangas era donde comenzaba, las cuales eran de encaje llegando hasta mis muñecas, el escote no dejaba mucho para ver lo cual me hacía sentir delicada y preciosa, tenía un toque de fruncido en el abdomen y después caía completamente hasta el suelo cubriendo mis pies y la cola era larga pero no exagerada. No pude evitar que mis ojos se humedecieran al verme y admirarme a mi misma frente a mi imagen.

—Serena cariño, la limusina ha llegado...

Entró mi madre a la habitación puesto que había bajado a verificar si todo estaba en orden y preguntar en recepción cuando tardaría la limusina en llegar por nosotras.

—Ya voy, madre.

—Pero mírate como estás, Serena ¿qué pasa?

Caminé hacía ella para disponerme a bajar, pero me tomó del brazo deteniéndome, suspire.

—Vamos, mamá se hace tarde.

—¿Estás arrepentida?

Abro mis ojos, eso nunca, primero muerta y refundir mi alma en el mismo infierno antes que arrepentirme de casarme con Maximiliano. Solté una pequeña risa y mi madre me observa confundida.

—Primero me muero, madre, lo sabes perfectamente.

🫧

Young and beautiful — Lana del Rey: https://open.spotify.com/track/2yKqqZQOYhzAfmU0ye6tVQ?si=PWTdoveXQOibRT4BFTPt8Q

Las enormes puertas de la iglesia se abren, mientras la orquesta comienza a sonar en un volumen no tan estruendoso. El pasillo tiene a cada lado arreglos de flores color blanco y rojo, especialmente rosas y además lo recubre un alfombra blanca que llega hasta el altar, que deja ver a sus orillas el piso de marfil, sigo avanzando mientras todos los ojos están posicionados sobre mí, incluyendo los de Maximiliano, que puedo jugar por mi vida que no ha parpadeado desde que entré a la iglesia. Dirijo un poco mi mirada hacía el techo y los alrededores de la iglesia, la cual tiene demasiados detalles en dorado y plateado, hay pinturas de ángeles por todo alrededor, y al fondo la cruz de Jesús, presenciando todo lo que está por suceder. El pasillo parece eterno, podría decir que tengo horas caminando, pero la verdad es que solo llevo unos cuantos segundos, continuó en mí fantasía, mientras vuelvo la mirada a Max, que repito, no ha dejado de verme, y ahora yo no lo dejo de ver a él, su mirada es oscura, no es la misma de siempre, me mira como un tesoro, pero estoy segura que él no me considera como tal, no ahora que está en su propia boda obligado.

Antes de llegar a los tres escalones hacía el altar, él viene hacía mí para ayudarme a subirlos, es como si el mundo se hubiera parado y nadie más que nosotros dos estuviéramos en él, lo observó cuidadosamente, apreciando cada rasgo de su ser, ese traje le queda como si estuviera esculpido por los mismísimos Dioses y sus ojos color miel penetran los míos, lo cual me hace flotar, estoy frente al hombre de mis sueños. Levantó un poco mi vestido para no pisarlo y comenzamos a subir juntos, su tacto me hace sentir una corriente eléctrica que me atraviesa desde los dedos de la mano por todo el cuerpo hasta los dedos de mis pies. Nos posicionamos juntos frente al padre que nos casara ante la presencia de Dios. Si esto es un sueño, que alguien me pellizque.

—Queridos hermanos, estamos hoy en está ceremonia para presenciar el matrimonio de Maximiliano Torre y Serena Woods. De pie.

El padre comienza la ceremonia.

—"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar, a las aves del cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran por el suelo". Y creó Dios al hombre a su imagen. A la imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Manden a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra".

La ceremonia continuó como es debido, paso a paso, oración por oración, en la cual se escuchaban todas las voces repitiendo cuando el padre lo pedía, incluyéndonos.

—"No es bueno que el hombre esté solo. Haré pues, un ser semejante a él para que lo ayude".

Miré a Max de reojo, él prestaba atención a la misa, como si de verdad estuviera feliz de estar aquí y por mi cabeza pasó ¿lo estaba?

Entonces tomó mi mano con delicadeza y dijo:

—Serena, te entregó este anillo con significado de todos los años que hemos vivido juntos, toda la vida, me has ayudado a crecer y ser una mejor persona, o al menos lo he intentado.

Parecía sincero ante sus palabras, terminó de decirlo y colocó el anillo de plata con diamante incrustado en mi dedo anular izquierdo. Prosigo tomando el anillo del cojín que ha traído mi única mejor amiga, la cual es mi única dama de honor.

—Maximiliano, te entregó este anillo con significado de mi amor hacía ti, por todos los años que hemos vivido juntos, y por todo lo que me haces sentir.

Colocó su anillo de igual manera en su dedo anular izquierdo, secuente a esto el padre nos indica hincarnos sobre el reclinatorio de madera frente a nosotros.

—"Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo que los amo a ustedes. Sométanse unos a otros por consideración a Cristo. Que las esposas se sometan a sus maridos como al Señor. En efecto, el marido es cabeza de su esposa, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual es asimismo Salvador. Y así como la Iglesia se somete a Cristo, así también la esposa debe someterse en todo a su marido".

Todos nos pusimos de pie de nuevo, para dar casi por finalizada la misa.

El padre nos pidió que de nuevo nos pusiéramos frente a frente y tomamos nuestras manos, al sentir de nuevo su tacto contra él mío, las palmas de mis manos comenzaron a sudar un poco, Max lo noto, pude verlo por la ligera sonrisa muy ligera que se curvó en sus labios.

—Yo los declaro, marido y mujer, puedes besar a la novia.

Nadie me había preparado para este momento, el momento en el que por fin probaría el sabor de Max desde sus apetitosos labios carnosos...En este momento recordé rápidamente los dos momentos donde yo había intentado besarlo y él me evitaba, se intercambiaron los papeles ahora tenía que besarme siendo su esposa, la única diferencia es que yo no me movería ni un milímetro para poder besarlo, después de dieciocho años anhelando con todo mi ser.

Se acercó a mí como si su vida dependiera de esto, colocó sus grandes manos sobre mis caderas y las apretujo levemente, luego solo las soltó pero dejó sus manos ahí mismo, sentí como si ese apretón significa que se está deteniendo de sentir algo, acercó su rostro hacía mí y comencé a sentir su respiración sobre mi cara, mis ojos están llenos de lágrimas por este precioso momento. Al sentir sus labios sobre los míos, uniéndolos en un beso cierro los ojos y de ellos empiezan a brotar lágrimas de felicidad. Tenía la idea de que solo sería un ligero beso, que equivocada estaba, al tener sus labios sobre los míos siento como intenta moverlos, lo cual hago y abro mi boca dejando que introduzca su lengua en ella, su saliva es lo más delicioso que he probado jamás y por unos momentos siento como si él estuviera esperando este beso tanto como yo.

De fondo se escuchan los gritos y aplausos que me hacen regresar a la realidad, y saber que estábamos en la iglesia recién casados.


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Mi advertencia sigue sobre esta historia ¿están listos?

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Dear, Lord. -El hombre de mis sueños +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora