Capítulo ocho - Max

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Me encuentro con Agustín en un bar de la ciudad, había decidido no ir a casa temprano e ignorar el mensaje de Serena ¿la razón? es sencilla, toda la tarde indague entre mis pensamientos más profundos, al recibir el mensaje de ella como todas las tardes sobre cenar juntos y que me espera, ella me ama, me adora como a nadie, y ahora que estamos casados creo firmemente que tiene la ilusión de que me enamoré de ella, lo cual su pensamiento es equivocado, si Serena supiera que estoy profundamente enamorado de ella, y que de igual manera la amo, pero jamás la pudiera tocar como quiero, jamás podría hacerle todo lo que he pensado cada vez que la veo y tengo que llegar a casa a masturbarme pensando en ella. Maldición, ella jamás me aceptaría así, jamás quisiera a un hombre con esa oscuridad en su interior, al contrario, me odiaría y dejaría. Pero prefiero que pase este año como "marido y mujer" y evitar tocarla, y después continuar como si nada, que perderla.

—¿En qué piensas?

Agustín interrumpe mis pensamientos, mientras yo bebo mi copa con vino.

—En ella.

—Deberías de decirle la verdad, ¿cómo es que has podido ocultar tus sentimientos tanto tiempo?

Es verdad, ni yo mismo lo sé, ni yo mismo sé como ella jamás se dio cuenta de que estoy enamorado, cuando ella también lo está, quizás por que siempre la rechacé, y le deje en claro que nunca podría verla como algo más, por que es mi mejor amiga.

—No quiero lastimarla, o más bien asustarla y se aleje de mí.

—Serena te ama Max, ella jamás se alejaría de ti.

¿Será eso verdad? ¿Será verdad que ella jamás se alejará de mí? pero también...¿Por qué no puedo dejar esa oscuridad atrás? ¿por qué no puedo solamente tocarla sin hacerle ningún tipo de daño? Fácil, cada vez que la veo, cada vez que la observó con delicadeza, su delicadeza que la caracteriza, solo se nubla mi mente y quiero desaparecer cada rastro de ese rasgo de ella, quiero impregnarla con cada suciedad que hay en mi retorcida mente.

—Nadie me amaría así, por eso siempre me he manejado con mujeres que se que no quieren nada serio.

—Y por qué nunca has querido enamorarte de alguien más. Admítelo, por eso ella jamás supo nada, por eso jamás le confesaste tus deseos, porque en el fondo quieres que sea ella quien lo descubra.

—Cierra la boca, está bien que seas mi amigo, pero cada vez te tomas más el papel de sabelotodo.

—No por eso soy tu asistente y te manejo casi la vida, es más creo que tengo más derechos en la corporación que tu, ahora que lo pienso.

—Si, claro.

Me acomode en el banco alto en el que estoy sentado y le hice una seña al bar tender que está en la barra, pidiendo otra copa para ambos, eran las 11 de la noche y lo único que quería era llegar a casa y no verla, para poder observarla mientras duerme...

Entró a la casa ignorando que ya es la 1 de la mañana, desaflojo mi corbata y quito mi saco dejándolo en el perchero que se encuentra junto a la puerta principal, para dirigirme hacía el segundo piso. Todo es silencio, bastante diría yo.

Al estar ya arriba, me dispongo a caminar hacía mi habitación, lo cual es fallido ya que mi instinto hace que me frene frente a la puerta del letrero que dice "Serena", ¿será prudente? ¿y si está despierta? a la mierda, alguna excusa le podré inventar si lo esta. Giró la perilla cuidadosamente de igual manera previniendo que si está dormida despierte, lo cual se que no pasará por que duerme como un oso en pleno ciclo de hibernación.

Lo que se encuentran mis ojos, es lo más dulce y caliente que han visto jamás, es Serena durmiendo plácidamente con la boca un poco abierta, lo cual hace que suelte un risa en mis adentros, está boca abajo y tiene una pierna sobre la almohada lo que hace que el camisón que lleva puesto se le suba por encima del culo y lo deje a la vista apetitosamente, lleva unos calzones de florecitas color lila, tierno, pero a la vez me pone tan caliente como una olla hirviendo. Me relamo los labios, saboreando cada parte de su cuerpo, me detengo en su boca semi abierta, como quisiera meterle la lengua entre ese espacio que tiene, continuó bajando hasta que recorro toda su espalda y posicionó otra vez mis ojos en su culo, ese culo que he deseado tantos años, que si fuera mío creo que no podría caminar durante un mes.

Y es que la verdad, ya se me había hecho costumbre escabullirme en las noches hasta su habitación y verla dormir, despertaba en mí algo inexplicable, y me llenaba el simple hecho de tenerla así para mí, tan indefensa, simplemente dormida con su tranquila respiración y su boca semi abierta. Quiero tocarla, quisiera despertarla y hacerla mía hasta el amanecer, y luego hasta el anochecer de nuevo.

Me acerqué a pasos lentos y silenciosos hasta la orilla de su cama, esta vez quería algo más que solo obsérvala, quería sentirla aunque fuera simplemente rozar su piel, y así lo hice, me senté lentamente en la orgia de su cama, a la altura de sus pies para ser más exacto, suspiré, la calentura corre por todo mi cuerpo y llegó a pensar que ya no sé qué hacer con ella, es como una bomba de tiempo que cada vez está más cerca de explotar. 

Acarició suavemente su pierna desde donde estoy con los nudillos de mí mano, subo y bajó muy lentamente casi puedo decir que ni siquiera la estoy tocando, observó su rostro para cerciorarse de que no siente nada de lo que hago, lo cual sé que no es así pero de igual manera lo hago solo para verificar y continuar con lo mío. 

Jamás la tocaría de otra manera sin su consentimiento, por eso solo la observó y apenas hasta está noche me atreví a tocarla ligeramente. Se que si se lo pido, ella aceptaría sin pensar el que yo la toque y la haga mía, pero yo mismo sé perfectamente que si ella acepta, no podré detener a la bestia que tengo dentro, no podré detener todos mis deseos oscuros y sucios hacía ella, y entonces haré que me odie por ello. 


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¡Cada vez están más cercas las sorpresas y lo oscuro! 

¡Dejen su precioso voto y si quieren algún comentario! Se los agradecería con todo mi corazón, gracias por leer.

Dear, Lord. -El hombre de mis sueños +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora