Capítulo siete - Serena

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—Si Lina, estoy bien tampoco es como que me haya casado con algún desconocido, además tú estabas ahí, dime si no pareció todo real.

Le digo a mi amiga al teléfono, mientras camino por la estancia de un lado a otro, ella se ríe por lo bajo.

—Pero si tú si estás enamorada de él ¿De qué me hablas, tía?

Suelta una gran carcajada de burla hacía mí, Catalina, sabe toda mi vida, pese que a ella la conocí cuando teníamos 16, desde ese momento ha sido mi mejor amiga y la única persona que he podido confiar todo lo que no le contaba a Max, cosas de mujeres.

—Cállate, no juegues con mi sufrimiento del diario, ni siquiera dormimos en la misma habitación.

Suspiro fuerte.

—Vaya, Max si que se toma en serio lo de que es un matrimonio arreglado ¿a qué sí?

—La noche que llegamos después de nuestra boda, tenía toda la estancia llena de flores para mí, tampoco es que sea un ogro mal esposo.

—Pues tu misma me lo has dicho, no estás casada con un desconocido, estás casada con tu mejor amigo y amor imposible, definitivamente no quisiera estar en tus zapatos en estos momentos.

—Ni yo, pensé que sería un poco más agradable el hecho de estar bajo el mismo techo, pero es que él hasta evita cualquier contacto físico.

—¿Qué?

—No. No, tampoco es que no me hable, me refiero a que cualquier rocé que tenemos accidentalmente o algo así, lo evita, no nos besamos si es lo que piensas, a veces siento que actúa extraño desde que nos casamos, pero también debe ser por la costumbre de estar solo en su casa.

Continué hablando con mi mejor amigo alrededor más o menos de una hora, actualizando cualquier información que no hayamos dicho desde la boda. Catalina solo había venido ese día ya que se encontraba estudiando una maestría en Washington, últimamente ya no nos veíamos mucho y cuando le dije que me casaría con mi mejor amigo Max, no dudo en venir para presenciar este dato en la historia de mi vida.

—Si, mjm, te llamo luego amiga, yo también te quiero.

Y colgué la llamada.

Pase el resto del día recorriendo toda la casa para familiarizarme más ahora que también es mi casa, al menos por este año como esposa.

Esta mañana había salido al mismo tiempo que Max, para hacer unas diligencias sobre el nuevo negocio que quiero montar, es gracioso que la broma de las flores haya hecho que ahora yo quisiera mi propia florería, entonces este día había sido un poco atareado, ya que ni siquiera tengo aún un local para poner el negocio. Di vueltas por la mitad de Atlanta buscando y nada, pensé que esto de las franquicias y todo eso era un poco más fácil, yo ya había estado involucrada en las cosas de mi padre, pero nunca desde 0.

Tome de nuevo mi celular, lo desbloquee y busque la conversación de mi esposo.

"Te espero para cenar"

Envié el mensaje y de nuevo me guardé el móvil, no sin antes observar la hora, las 5 de la tarde, me dispuse a preparar la cena, últimamente desde que me mude aquí he querido hacer más cosas de casa, como cocinar, sabiendo que tenemos gente para todo, pero prefería algunas veces ser yo quien alimentará a Max.

No recibí ningún mensaje de respuesta de él, pero no le tome importancia, tenía en la estufa arroz, y unas pechugas rellenas de jamón y queso que a mi parecer, se miraban exquisitas. De nuevo tomé mi teléfono para observar, nada, ningún mensaje, iban a ser las 7 de la noche y no tenía ninguna señal de vida de él, comenzaba a preocuparme, deje el celular sobre la barra de la cocina y solté un largo suspiro.

Mi pensamiento atacándome a mi misma es: No. Comiences. Con. Discusiones. O. Celos. Serena.

La oscuridad de la noche se apoderaba de la casa, y la luz de la luna entraba por las ventanas, mientras yo cenaba en el gran comedor, sola.

¿Dónde estás Max?

Solté aire, resignada a que él no llegaría temprano, así que recogí mi plato y lo lavé para dejarlo secando. Arrastré mis pies al caminar, tal vez un poco de televisión calmaría mi mente y mi intranquilidad. Casi me voy de culo, cuando al girar para la sala de televisión me encuentro con Jordanna, la ama de llaves que al parecer era unos 10 años mayor que yo.

—Señora Serena, no fue mi intención asustarla.

Se pone una mano en su pecho, en señal de que ella también resultó asustada al casi chocar en el pasillo.

—No te preocupes, y por favor, solo Serena.

Sonreí levemente y ella me devolvió la sonrisa.

—¿Necesita algo?

—Veré una película, mi marido no ha llegado...

—Si, algunas veces el señor Max suele llegar después de las 10 de la noche.

—Ya veo.

Idiota, por lo menos ahora que vivimos en el mismo techo, sería amable que tuviera por lo menos el detalle de decirme sus horarios, o que llegará tarde.

Esquive a Jordanna y caminé a mi destino, no sin antes girarme hacía ella de nuevo.

—Quiero que veas películas conmigo.

Continué avanzando, sin esperar respuesta alguna, muchas veces me he sentido sola en estos días, puesto que él ha evitado muchas cosas, más bien me evita a mí, pero no logró entender qué pasa, siempre hemos sido mejores amigos como para que ahora quiera actuar como si no lo fuéramos, y más que los días anteriores si ha cenado conmigo, a excepción de hoy.

Jordanna y yo nos entretuvimos en la sala de televisión, viendo películas de romance, en este momento estamos viendo "Diario de una pasión" un clásico que cualquier mujer ama, incluyéndome. Las horas pasaban y no había ninguna señal de mi marido, pero como lo había pensado antes no haría ningún tipo de escándalo a nadie y menos a él, no por miedo, si no por que no le quiero dar importancia.

Me quede ida viendo un punto fijo de la habitación, pensando que hace dos noches había llorado por la situación, y que no hubiera querido que las cosas fueran así, amo a Max, lo amo con todo mi corazón y eso nunca cambiará, pero a veces me dolían este tipo de cosas, como si pensará que el casarnos fuera a hacer que de la noche a la mañana el ya me amará como mujer. Cosa que no es así, y por lo visto, jamás lo será.


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Dear, Lord. -El hombre de mis sueños +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora