17 - Acercamientos

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Anya miraba al tejado, con sus manos entrelazadas sobre su estómago, pensando...

Se había levantado temprano, y había ido a atender a los animales, ayudo a preparar el desayuno, y a tender la ropa aprovechando que aparentemente habría buen clima, pero aún no era ni el medio día, y ya no se le ocurría que más hacer.

Y es que quería estar ocupada haciendo algo, porque de lo contrario, pasaría lo que ahora le estaba pasando... Estaba pensando, en cosas en las que no quería pensar.

Sacudió la cabeza reaccionando a lo que cruzó en su imaginación, se dió media vuelta sobre la cama, y en voz baja reflexionó:

~Tal vez, lo mejor seria no verlo...~

Aquella idea le punzo en el pecho, por una inexplicable razón...

Y es que todo era culpa de Becky, y sus desfachatadas ideas fantasiosas que simplemente no podían ser.

Quizás le estaba dando demasiadas vueltas a una tontería.

Se puso de pie y bajo las escaleras. Iba a pintar, o tal vez hacer un intento por tocar el piano, pero definitivamente tenía que hacer algo o iba a perder la cabeza.

Iba camino hacia el salón, cuando vio el jarrón vacío sobre la pequeña mesa, el mismo donde antes hubieron hermosas flores...

Eso le dió una idea.

Anuncio a Margareth que iría a dar un paseo para recolectar flores para el jarron, empacó un sándwich para el camino, y sin más salió.

El sol brillaba en lo alto, ocultándose de vez en cuando entre las nubes, pero como era común mientras aún era invierno, no calentaba con la calidez que lo hacía en verano.

Anya camino por los verdes prados, cruzando alguno que otro improvisado cerco construido con madera, observó las flores de las orillas, pero quería encontrar algo que fuera más llamativo, aunque sabía que no iba a poder replicar aquel majestuoso arreglo, quería algo que por lo menos se le asemeje, por eso decidió continuar buscando.

Se encontró con unas coloridas en un campo, pero eran tan pequeñas, que de seguro se caerían al fondo del jarrón, siguió caminando.

Mientras avanzaba, se comió el sándwich que antes había empacado, y mientras lo hacia, perdió un poco la noción, y distraída, continúo y continuo.

Pensó en sus padres, y en cómo estarán, pensó en su hermano, y en cuánto crecerá, se pregunto cómo estará el clima por allá, y en qué habrá pensado Sylvia cuando no la vió llegar, de seguro se entristeció, ¿debería escribirle una carta para disculparse?, era algo que probablemente debería considerar, y es que si hacía algo de memoria, podía recordar, el cariño que le transmitía cada vez que la solía mirar, porque si la memoria no le fallaba, ella decía que su presencia le recordaba a la hija que la desdichada guerra le había arrebatado...

Que tristeza le daba pensar en aquello.

Siguió avanzando sin parar, no dándose cuenta de hacía dónde iba a llegar, solo avanzaba sin rumbo, donde sus pies la llevaran...

Se detuvo por fin al ver unas grandes y llamativas flores que capturaron su atención y le recordaron la razón por la que había salido, se acercó a mirarlas sonriente por la belleza de la naturaleza frente a sus ojos, tallos largos y gruesos que sostenían los blancos pétalos y en medio pistilos vistosos de un alegre tono amarillo, las observó con devoción mientras la sombra de una nube oscurecia el paisaje en lo que pasaba.

Estaba fascinada, no pudiendo decidir cuál de ellas debería arrancar, estaba en eso, cuando noto que justo la que estaba en frente, se vio teñida por una gota de un rojo enfurecido.

Hallazgo tardío | DamiAnya weekend 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora