19 - Confesiones

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Damián al escucharla quedó paralizado, acaso... ¿le había leído la mente?

Y es que aquella noche no podía dormir.

Porque simplemente no podía dilucidar todo lo que ese día había pasado, la vida le había sonreído en una hermosa casualidad.

Tal vez era una señal.

De todos modos no importaba si estaba despierto o estaba dormido, su imagen aparecía una y otra vez reproduciéndose en sus pensamientos... los verdes ojos que lo atraparon en su primer encuentro, la sonrisa burlona que lo retaba, la pasividad de su rostro cuando lo golpeó, las lágrimas que se asomaron nublando su vista, su sonrisa desafiante, su manera de mirarlo fijamente a los ojos al bailar, el desprecio que más tarde le dedicó, sus manos cálidas tomando la suya, la comprensión, y la honestidad de sus palabras, sus mejillas sonrojadas, la complicidad, y la tranquilidad que lo abordaba estando a su lado, el cielo se caía a su al rededor, y aún así ella encontraba la forma de hacerlo divertido, y de hacerlo reír...

La angelical apariencia que emitía nada más que bondad y pureza, versus la dualidad del fuego que escondía bajo su piel cuando se miraron con apenas unos centímetros de distancia.

Su cabello suelto o recogido que olía tan bien, sus tentadores labios, y su blanca piel...

¿Cómo podría dormir en una cama tan incómoda?

Culpo al colchón por su desvelo.

Probablemente si ella tan solo probara la suavidad de su cama, no querría nunca más dormir en una como esa, y él tampoco la dejaría marchar...

Con la lluvia sonando de fondo, en voz baja, ensayó unos votos.

El resto de la noche se tuvo que contener de irrumpir en su habitación y recitar su querer.

La luz del amanecer, no solo iluminó el paisaje, y despejó los cielos, sino que también, aclaro sus pensamientos.

¿Cómo iba a pedirle su mano así de la nada y tan de repente?, ni siquiera se encontraba su padre para pedirlo más formalmente, prefirió marcharse antes de que despierte.

El resto de los días se mató pensando, en la forma adecuada en que debía plantearlo, camino en círculos en su habitación, más nada parecía darle la razón...

Había estado planteandoselo seriamente, y se había auto convencido de que no habría manera de que le dijera que no, era después de todo un excelente partido, además de atractivo y poseedor de grandes riquezas, y aunque tuviera mal carácter, ella siempre lo sabia relajar, pero, ¿por qué eso no parecía suficiente?, ¿Por qué se sentía tan nervioso al imaginar expresarlo?

Tal vez porque la sola idea expresaba un deseo egoísta, porque lo que él quería era prolongar ese sentimiento que surgía cuando estaba en su presencia, esa tranquilidad y felicidad que se hacía en el ambiente, esa comprensión que le brindaba de repente, y esa diversión que compartía gentilmente, ella tenía el poder de volver grato cualquier entorno, y endulzar con sus sonrisas hasta la más amarga atmósfera...

Ella ofrecía tanto, que su dinero, apariencia u apellido parecían insignificantes.

Pero es que simplemente no podía renunciar, no cuando todo lo que quería estaba a su alcance, iba entonces a prometer lo único que estaba en sus manos, y de lo que nunca se arrepentiría, ni dudaría, la única certeza que hasta ahora podía asegurar: su más puro y sincero amor que no se extinguiría jamás.

No le importaba el estúpido festival, solo se dispuso a ir con la única excusa de poderla encontrar, y ver si en algún momento se daba la oportunidad, porque los días en su ausencia se sentían agonizantes, porque la falta de su presencia era asfixiante.

Hallazgo tardío | DamiAnya weekend 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora