30 - Murallas

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Aún no amanecía cuando un empleado toco la puerta de la habitación de la encargada.

Ella, apenas con un abrigo sobre la ropa para dormir iba apresurada a recibir una carta que tenía carácter de urgencia.

Al recibirla, la abrió allí mismo y la leyó gracias a la luz de una vela que le facilito el empleado que antes la había ido a buscar, la mujer frunció los labios cuando terminó de leerla, levantó la vista mirando hacia la nada y reaccionó bajando el papel y agradeciendo al cartero por su eficacia, pero éste no se movió, y entendió que tenía que esperar por su respuesta, no dejándole ningún espacio para siquiera pensar... se devolvió a su habitación para vestirse, al parecer hoy, tenía mucho en lo que reflexionar...

...

Anya estaba despierta mirándose al espejo, observó su rostro, peino un poco con sus manos su cabello, se volteo ligeramente mirando como le quedaba el camison para dormir, y puso sus manos sobre sus pechos... nunca había sido tan pretenciosa, y antes había negado quererlo pensar, pero después de lo que había pasado, le era innegable confirmar, que ella era adorable, más no atractiva.

Había dormido poco y mal, no pudiendo apagar su cabeza que no dejaba de pensar, e incluso entre los sueños intermitentes que tuvo se lamentaba.

Las empleadas que envío la encargada para asistirla tocaron a la puerta, debían ayudarla a alistarse para el desayuno, se sorprendieron un poco cuando la encontraron despierta, sola, y más aún cuando notaron que lucía tan triste.

Damián se aproximó primero hasta el comedor, y frunció las cejas cuando vio la disposición de los puestos:

~¿No sé les informo a los empleados de la distribución que solicité?~ pregunto con evidente molestia a la encargada

~Disculpe por no acatar su orden, señor Desmond, pero debo cumplir con el protocolo, usted debe ir a la cabeza y la señorita del otro lado~

~Señora~ la corrigió Damián, ella asintió a modo de disculpas por su equivocacion

~Nada me podría importar menos que el protocolo...~ murmuró mientras tomaba su plato y lo cambiaba de lugar, luego tomo el de Anya y lo acomodo a su lado en medio de la enorme mesa, los empleados alrededor se miraron confundidos y pronto se desplegaron a ayudarlo a acomodar el resto de las cosas, la encargada rodó los ojos ante la insolencia

En ese momento Anya llegó, reverencio con la cabeza baja, y cuando levanto la vista, observó que las cosas hoy estaban distribuidas de otra manera, su rostro se iluminó con una esperanzadora sonrisa cuando vio a Damián y noto que había sido su idea, tal vez quería remediar lo de anoche y hoy quería comenzar de nuevo, y acercarse más...

Tomó asiento con gusto cuando su propio esposo la invitó abriendo la silla, y posteriormente él se sentara a su lado:

~Espero que haya pasado una buena noche~ hablo Damián para romper el hielo

~En realidad, fue lo contrario a buena~ sincero Anya

~¿Hay algo malo con la cama?, si gusta puedo pedir que...~

~La cama era perfecta~ lo interrumpió Anya negando con la cabeza, luego lo miro inquisitivamente y pregunto:
~acaso, ¿Usted pudo dormir bien?~

Damián trago saliva, la verdad es que había pasado una terrible noche lamentándose de lo que había dicho y de como habían resultado las cosas, se había martirizado pensando si es que sería verdad que ella quería huir de él, si es que acaso temía de pasar la noche juntos, no quería preocuparla, no quería asustarla, ahora que la tenía, no quería de ninguna manera volver a perderla, u alejarla, y temia que su entusiasmo pudiera hacerlo, no sabía si podría controlarse, y tampoco sabia con exactitud lo que debía hacer, no quería quedar como un tonto frente a ella, y, fue un cobarde que prefirió dar una excusa y huir.

Hallazgo tardío | DamiAnya weekend 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora