3 - Victorias

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Día 3 Adrenalina/Chocolate


En la ausencia de Loid, Yor iría junto con una empleada a hacer las compras, pero Anya se ofreció a ir en su lugar:

~Bien, puedes ir con...~

~¡No!, madre, déjamelo a mí, prometo no olvidar ninguno de tus recados~ interrumpió con una sonrisa, a lo que Yor accedió, sabía que su hija aprovechaba estás circunstancias para salir a dar un paseo, algo con lo que no estaba en contra, a diferencia de su esposo que prefería tenerla estudiando

Anya monto a su caballo y salió rumbo al mercado del pueblo.

Le gustaba hacer cualquier cosa que le impidiera realizar sus horas de estudio, pero está vez, su motivación era evitar a toda costa que su madre oyera lo que sea que estuvieran diciendo sobre ella, sabía que de escuchar algo así se pondría muy triste, y por supuesto, no quería preocuparla.

Y es que era consciente de que su persona estaba en boca de varios por lo último que había sucedido, pudo notarlo la última vez que anduvo por el pueblo, y Becky se lo termino de confirmar está mañana cuando recibió una carta suya...

Bajo de su caballo y camino a su lado mientras lo guiaba de la correa una vez que se adentro en una zona más transitada, lo amarro junto a otros y se lo encargo al joven que cuidaba a los animales mientras sus dueños andaban de paseo o comprando:

~¡Lo dejo en sus manos señor Thomas!~ saludo Anya al muchacho quien le replicó:

~Lo cuidare solo si me trae algo señorita Anya~

~Delo por hecho...~ se despidió momentáneamente con una sonrisa

Adquirió todo lo que recordaba de la lista de cosas que le había encargado su madre, traía consigo dos bolsas que para cualquiera pesarían bastante, pero que para ella no eran ningún problema, trato de no darle importancia a las miradas fisgonas que la acosaron, e hizo oídos sordos a los murmuros que se escucharon tras su paso, y regresó para acomodar las cosas sobre la montura de su caballo, pero al aproximarse, algo la tomo por sorpresa.

Corrió y dejo caer sus bolsas a un lado, no pudo evitar acercarse y acariciar al maravilloso ejemplar frente a sus ojos, pocas veces se veía a un caballo completamente blanco por ese lugar, y su pelaje se veía tan increíblemente bien cuidado:

~¡Hola precioso!, ¡Eres encantador!, ¡Eres como un Bond enorme!~ le hablo al manso animal que se dejaba acariciar

~Es linda, ¿verdad?~

~¿Linda?, ¿Es una yegua?~

~¡Sí!~ le aclaro Thomas

~Como me gustaría montarla... ¿Quién es el dueño de esta preciosura?~ le pregunto Anya al joven por pura curiosidad

~¡Yo soy el dueño!, ahora, podría quitar sus manos de mi caballo~ respondió una endurecida voz que no correspondía al cuidador

Entonces Anya vió a quien le pertenecía...

Se reverencio y con tal de limpiar las asperezas de las últimas veces comento:

~Posee usted un muy bello ejemplar~ acompaño su comentario con una sonrisa

Damián la miró, pero enseguida desvío la mirada y solo soltó:

~Por supuesto~ pasó a su lado y comenzó a acomodar unas pocas cosas que traía, normalmente sus empleados realizaban las compras de sus caprichos, pero está vez, quiso ir por si mismo

Anya, ofendida por su actitud insoportable, dejo de lado su amabilidad y lo desprecio con la mirada, fue a recoger sus cosas y montarlas sobre su caballo, se montó en él y avanzo despacio hasta Thomas a quien le obsequio una pequeña bolsa de frutos secos.

Hallazgo tardío | DamiAnya weekend 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora