Capítulo 17 - El silencio

285 28 8
                                    

Habían pasado varios días en los que Paolo y yo estábamos dirigiendo la cocina desde que nos habían pedido que lo hiciéramos. El equipo parecía que había remontado y estaba más centrado, y también se notaba la incorporación de una nueva persona para ayudarnos, por lo que habíamos conseguido reducir las quejas que últimamente estabamos teniendo y todo parecía que empezaba a marchar de nuevo como siempre.

Todavía no me había acostumbrado a ello y estaba un poco agobiada por la situación, por lo que esa tarde después del turno de mediodía había optado por dar un paseo por el campo para despejar todos mis pensamientos y liberar un poco el estrés que había estado acumulando.

Sentía que necesitaba hablar de esto con alguien pero primero tenía que aclarar todo el cúmulo de cosas que se paseaban por mi cabeza a cada rato porque si lo hablaba con alguien no sabría ni como empezar.

Había dejado todo listo para el turno de cenas, y Paolo me cubriría para que yo pudiera descansar un poco esa noche.

Me puse mis mallas y la ropa de deporte y me dispuse a salir a dar un largo paseo. No descartaba correr un poco también para liberar más tensiones todavía.

Llevaba mis auriculares puestos mientras disfrutaba de un poco de aire puro. Me gustaba pasar tiempo conmigo misma de vez en cuando, me servía para aplicar nuevas ideas en la cocina y algunas de mis creaciones habían salido de paseos como este.

Sin embargo hoy no podía pensar en eso. Necesitaba poner antes todas las ideas en su sitio. En mi mente solo rondaba una persona y buscaba cualquier mínima excusa que pudiera explicar por qué se estaba comportando así conmigo después de todo. Repasé una y otra vez las últimas palabras que habíamos cruzado por mensaje y seguía sin llegar a ninguna conclusión.

Nuestras conversaciones en los últimos días me habían hecho creer que la barrera de jefa-empleada que había entre nosotras ya no existía, que teníamos cierta confianza e incluso me atrevería a decir que había notado un cierto coqueteo algunas veces. Si todo lo que había estado viendo era mutuo, ¿por qué ahora se comportaba así?

Cuando Ainhoa llegó a Vera no habíamos empezado con buen pie, lo reconozco. Sobretodo por mi parte, cuando ya la tenía manía incluso antes de conocerla. Había trabajado con ella poco, pero lo suficiente para saber que era una gran profesional y que me equivocaba pensando que yo podría haber hecho lo mismo que ella en su puesto.

Ahora mi tía había confiado en mí para sustituirla, y aunque me estaba esforzando y haciendo todo lo que podía, pero sabía que no era lo mismo. Ella se movía por la cocina con una soltura que no era normal, tenía todo bajo control y sabía como afrontar cualquier tipo de situación con total facilidad y a mi todavía me faltaban tablas para llegar hasta eso.

Pensé también en el día que se marchó. El día anterior me acababa de enterar de que ella era la persona con la que había pasado la noche de Halloween y me había sentido bastante estúpida por no haberla reconocido en este tiempo y mucho más de que ella si lo supiera y me lo hubiera estado ocultando. Recordé como estaba muy enfadada con ella y cómo después de contarme que se iba y cual era el motivo, el enfado había ido desapareciendo casi por completo, al menos en ese momento.

Había estado hablando mucho con ella durante el tiempo que llevaba fuera. Me había acostumbrado a recurrir al móvil para contarle cualquier cosa que me pasaba y preguntarle que tal iba su día. Cada noche dedicábamos un ratito a llamarnos y también notaba como al menos durante ese rato ella estaba un poco más contenta.

Había descubierto en ella una personalidad que no había tenido la oportunidad de conocer hasta ahora y eso había hecho que me cabrease más al no saber por qué no me respondía los dichosos mensajes.

Desde aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora