Capítulo 1 - Halloween, ¿Una noche de terror?

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B: vamos tía, olvídate ya de Paolo

S: Bea tiene razón, llevabas tiempo queriendo dar el paso y ya lo has hecho

L: Que si, si tenéis razón.. pero teníais que haberle visto la carita al pobre - les decía a mis amigas mientras les ponía un puchero de pena

B: Hombre normal, se presenta en tu casa vestido de pimpollo con una botella de vino para invitarte a la cena de su vida y te encuentra con estas pintas - me señaló como iba vestida - lo que menos se esperaba es que iba a cenar él solo hoy

L: Genial Bea, tu encima hazme sentir más culpable todavía - le dije mientras la miraba con el ceño fruncido

S: A ver Luz, ya está. Mírame... -me cogió la cara con las dos manos - necesitabas esta noche hace tiempo y necesitabas tomar esta decisión. No le des más vueltas y vamos a pasarlo bien que ahí dentro nos espera un buen fiestón

Sandra y Bea eran mis amigas desde que éramos pequeñas. Siempre que teníamos algún problema nos juntábamos las tres y era cómo volver a cuando éramos niñas y nuestro mayor drama era saber qué íbamos a ponernos en la fiesta de ese fin de semana mientras comíamos pipas en un banco.

Sandra era la calma y sensatez y Bea la locura y desenfreno, pero entre ambas hacían mi equipo perfecto, las adoraba.

Mi nombre es Luz Lasierra y las tres nos habíamos criado en Vera, el pueblecito donde yo seguía viviendo y donde me encantaba pasar mis días, pero ellas dos habían decidido hacía ya unos años irse a la gran ciudad a estudiar y tras encontrar ambas un trabajo allí, habían decidido quedarse compartiendo piso.

No podía quejarme de cómo me iba todo, pero de hace un tiempo a aquí mi relación con Paolo sentía que ya no funcionaba cómo antes. Él buscaba algo más serio y avanzaba a una velocidad que yo no creía estar preparada para ello.
Por eso hoy cuando le vi ahí, en la puerta de casa de mis padres vestido con ese traje y corbata, un ramo de rosas en la mano izquierda y una botella de vino en la mano derecha me entró el pánico. Sentí que no podía seguir más con esto y le dejé.

El pobre tenía una cara de no saber que estaba pasando y con las mismas se dio la vuelta y se fue a su casa sin apenas rebatirme nada. Mañana tenemos turno de cenas en el restaurante donde trabajamos juntos y no sé como será el momento en el que tengamos que volver a estar mano a mano, pero bueno eso será mañana.

Cuando Paolo vino a casa yo estaba ya preparada para irme a una fiesta. Mis amigas este año me habían invitado a la fiesta de Halloween que se celebraba en una discoteca de Madrid y solo me quedaba coger mi bolso y las llaves del coche para ir hasta su casa a recogerlas.

Agradecí el disfraz que había escogido de Miércoles, ya que disimulaba bien mi cara después de la ruptura con Paolo.

Tampoco voy a mentir diciendo que estaba muy afectada, pero lógicamente algo de pena si que me daba la situación.

Y allí estaba, en la cola de aquel garito esperando a que el armario de dos metros que había en la puerta haciendo de portero nos abriese para poder pasar y olvidarme por unas horas de todo lo que había sucedido y de lo que venía al día siguiente con Paolo.

L: encima me ha dicho mi madre que mañana viene una chef nueva al restaurante, no ha permitido darme el puesto a mí después de que Pepe se haya marchado - les decía indignada a mis amigas mientras esperábamos

B: La verdad que se podía haber enrollado un poco.. eres super buena cocinera, estoy segura de que lo harías genial cubriendo el puesto

S: piensa el lado bueno, no podrías estar hoy de fiesta pensando que mañana tienes que dirigir a todo un equipo de cocina

L: en eso tienes razón - intenté ver el lado positivo

B: venga chicas que nos toca entrar... vamos a disfrutar!!!

Y así entramos dentro del bar mirando hacia todos los lados. Era la primera vez que estaba en esa discoteca y la verdad que me sorprendió lo grande que era y la cantidad de gente que había allí.

Estaba acostumbrada a los sitios pequeños de Vera y aunque de vez en cuando venía al piso de mis amigas, no solíamos pisar mucho por este tipo de discotecas.

Esta vez a Bea le habían ofrecido unas entradas para una fiesta de disfraces y no se había pensado ni un momento el decirnos a nosotras que la acompañáramos.

Parecía que habíamos entrado en otro mundo paralelo. La gente iba disfrazada de cosas que en algunos casos daban de verdad miedo si se te quedaban mirando fijamente.

Pedimos unas copas y nos dirigimos a una zona donde había un pequeño espacio para dejar nuestros vasos y así poder bailar sin ningún estorbo.

Las luces acompañaban a la situación y de verdad que parecía que estábamos dentro de una peli de terror. Lo bueno de todo esto es que mañana nadie podría juzgar a nadie por lo que estaba haciendo, porque era imposible reconocerse entre la gente.

Durante unas horas no hicimos otra cosa que beber y bailar sin parar, nos dedicamos a reírnos y disfrutar de aquella fiesta sin preocuparnos de nada más.

El alcohol ya circulaba por nuestras venas y también se notaba en nuestra forma de movernos.

Cuando ya llevábamos un buen rato de risas y bailes, Bea nos cogió a cada una de un brazo y nos llevó hasta la barra para brindar con un chupito cada una. Un segundo después en la barra había 9 chupitos servidos. Definitivamente a mi amiga se le había ido la cabeza, esperaba que nos diera un coma etílico ahí mismo y que mañana no fuéramos capaces ni de levantarnos, pero a estas alturas no teníamos la voluntad suficiente para decirle que no, así que fuimos cogiendo los chupitos uno a uno y tras hacer nuestro ritual de "quien no apoya no folla", nos fuimos bebiendo uno detrás de otro.

La música seguía sonando y nosotras bailando.

En un momento dado de la noche Bea había desaparecido de nuestras vistas así que probablemente estuviera liándose con algún Frankestein de los que habían estado alrededor suya revoloteando durante toda la noche.

Sandra se acercó a mi oido y me comentó que tenía que ir al baño, y sin darme tiempo a decirle que la acompañaba, desapareció de delante mía.

La verdad que no me importó y seguí bailando yo sola como una loca sin necesidad de tener a nadie más conmigo.

Mi cabeza daba vueltas y solo veía luces a mi alrededor.

La canción que estaba sonando terminó y yo me apoyé durante un momento en la columna que había a mi lado para tomar un poco de aire y me quedé mirando a un punto fijo de la pista sin prestar atención.

La siguiente canción comenzó a sonar y sin quererlo mis ojos se posaron en alguien disfrazado de Cruella de Vil.

"Voy a ir directo a ti, voy a mirarte a los ojos, no te voy a mentir y como dos niños chicos te pediré salir..."

No se por qué pero su mirada tampoco se apartaba de la mía desde la distancia, y una sonrisa maliciosa se posó en mi boca.
Me hizo un gesto con la cabeza y yo la verdad que a estas alturas de la noche no sabía ni donde estaba.

Sin pensármelo dos veces me dirigí hacia donde me había señalado con la cabeza la persona desconocida, que era por donde había ido mi amiga unos minutos antes y abrí la puerta que separaba la pista de baile de los baños.

Desde aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora