Capítulo 26 - Nochevieja IV

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Ainhoa acariciaba mi pelo con una de sus manos mientras que la otra la tenía apoyada sobre mi tripa desnuda. No dejaba de mirarme intensamente y yo solo podía pensar en recuperar mi aliento después de lo que acababa de pasar.

A: qué tal estás?

L: uff ha sido increíble, me cuesta hasta respirar todavía

A: jaja - dejó un beso en mi mejilla - si? Te ha gustado?

L: me ha encantado - giré mi cuerpo para quedar frente a ella y así dejar un beso sobre sus labios

A: tienes frio? - di un pequeño respingo al haber dejado de notar el calor de su cuerpo sobre el mío

L: un poco

A: ven, sube

Se apartó un poco para subir hasta donde estaba la almohada y abrir las sábanas. Me tumbé dentro de la cama y tapó nuestros cuerpos pegándose de nuevo al mío.

L: así que.. habías pensado mucho en este momento? - la piqué porque no dejaba de mirarme y me estaba poniendo nerviosa otra vez

A: bueno.. puede - ahora era ella a la que le habían subido los colores a las mejillas

L: ajam.. - pasé un dedo dibujando el contorno de su cara lentamente

A: qué?

L: interesante..

A: ah si? - me abrazó por debajo de las sábanas y noté sus pezones erguidos rozarme el pecho

L: si.. - besé sus labios y me acerqué aún más hasta ella para que no quedase ni una pizca de aire entre nosotras - porque seguro que no te imaginaste esto otro

Levanté un poco las sábanas para poder colocarme encima de ella mejor y dejé caer mi cuerpo sobre el suyo. Todavía tenía los pantalones puestos así que fui bajando poco a poco para deshacerme de ellos con un movimiento ágil con el cual le quité también el tanga a la vez.

Deseaba hacerla mía igual que minutos antes había hecho ella conmigo. Me había costado un buen rato recomponerme y esperaba poder darle a ella el mismo placer que me había dado a mí. Cuando empecé a hacer el camino inverso subiendo hacía arriba, noté la humedad y el calor que desprendía su zona íntima, por lo que suponía que estaba igual de cachonda que lo estaba yo.

Pasé mi lengua por su intimidad comprobando lo mojada que estaba en ese instante. Seguí subiendo poco a poco hasta llegar a la altura de sus labios de nuevo y la besé intensamente profundizando con mi lengua en su interior.

Colé mi mano por entre nuestros cuerpos hasta acariciar la perla de su clítoris con mi dedo pulgar. Ainhoa no dejaba de jadear en mi boca así que sin previo aviso colé dos de mis dedos dentro de ella pillándola un poco desprevenida.

Empecé a realizar movimientos oscilantes dentro y fuera suyo sin dejar de besarla ni un momento hasta que empecé a notar que las paredes de su interior se hacían cada vez más estrechas y me costaba más entrar y salir de ella.

A: uff más rápido, por favor...

Me pidió que acelerase el ritmo y eso fue lo que hice. Su pecho subía y bajaba rápidamente respirando cada vez más fuerte hasta que de repente lanzó un fuerte gemido al aire que anunciaba que había llegado al final.

Desde aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora