Habían pasado unos días desde que Ainhoa y yo habíamos pasado la noche juntas en el hotel. No iba a negar que todo estaba siendo perfecto entre nosotras y que vivía en una especie de nube desde entonces. No sé si podíamos decir que ya éramos pareja porque no habíamos hablado nada sobre ello, pero nos pasábamos el día tonteando y desde que mis padres también lo sabían no nos cortábamos ni un pelo en hacerlo en público.
Eran fechas bastante complicadas y el hotel estaba lleno de gente a todas horas, así que trabajo precisamente no nos faltaba. Con el problema de las habitaciones que había tenido mi madre, habíamos tenido que pedir a Ainhoa que prestara su habitación durante unos días para dársela a unos huéspedes con los que Jose Antonio haba confundido una reserva y ella se quedaría a dormir en mi casa ese par de días.
A veces pensamos que una vez superado el momento de la primera noche con una persona, el resto va rodado, pero para mi la segunda noche es casi tanto o más importante. Ese momento en el que no sabes como reaccionar después de lo que ya ha pasado y si se va a repetir. Así estaba yo desde que me había levantado, nerviosa porque no sabía qué hacer al tener a Ainhoa en mi cama. En mi propia cama.
Hoy teníamos bastante trabajo en el restaurante, pero por suerte la noche de reyes la íbamos a pasar tranquilamente cenando en casa. No sabía si Ainhoa se había hecho a la idea de ello, porque la veía excesivamente tranquila para tener una cena con mis padres ahora que ya sabían sobre lo nuestro, aunque es verdad que tenían muy buena relación.
Estos días por el hotel habían sido un caos, así que mi madre apenas había tenido tiempo de cruzarse con Ainhoa y no había podido decirle nada.
A: Luz, por fin llegas - entré a la cocina mientras me ponía el gorro y se acercó corriendo hacía mi
L: buenos días a ti también, eh - me hice un poco la ofendida
A: perdona - tiró de mi brazo hasta meterme al almacén y cerró la puerta después para darme un beso. No nos ocultábamos pero tampoco nos exhibíamos en medio de la cocina - buenos días, cariño
L: mucho mejor - le di otro beso porque me costaba horrores separarme de sus labios - qué te pasa?
A: te he mandado un millón de mensajes - me dijo nerviosa
L: sé un poquito más exagerada, anda
A: no exagero.. se puede saber donde tienes el móvil?
L: aquí en el bol.. ah pues no - toqué mi pantalón y ahí no estaba, probablemente me lo habría dejado en casa - espero no haberlo perdido, he salido corriendo y yo creo que me lo he dejado
A: bueno da igual, tenemos un problema. Bueno tu todavía no lo tienes porque no lo sabes pero yo si y no sé que hacer y no podía contártelo pero necesito ayuda, pero si te lo cuento tu también vas a tener el problema
L: a ver Ainhoa, para.. tranquila - la acompañé hasta unas cajas que había al fondo para que nos sentásemos - cuéntamelo, lo solucionamos entre las dos y listo, vale?
A: pufff - resopló exageradamente - el problema es que prometí no contártelo - miró hacia el suelo
L: es decir, que soy parte del problema
A: si, bueno no, ósea si pero no estás implicada
L: como no seas un poquito más clara no sé si voy a poder ayudarte.. - le cogí la mano para tranquilizarla un poco

ESTÁS LEYENDO
Desde aquella noche
FanficCuando dos personas coinciden en un mismo espacio-tiempo no son concientes de lo que puede suponer eso en su futuro.