Capítulo 18 - Lo que no te dije

407 29 12
                                    

A: hola Luz... - escuché a mi espalda y un escalofrío me recorrió de arriba a abajo

Me había quedado petrificada al verla y no era capaz de abrir la boca para decir nada. Paolo al ver mi cara salió en mi ayuda.

P: Ainhoa, cuanto tiempo, como estás? - se acercó a ella para darle un abrazo

A: hola Paolo, bien, estoy... bien - le devolvió el saludo - qué tal todo por aquí? Cómo estáis?

P: bueno, depende del día.. hoy ha sido un poco desastroso todo pero vamos controlando mejor la situación - Paolo se giró hacia donde estaba yo que seguía sin poder articular palabra y pasó una mano por delante mio para llamar mi atención - Luz, reacciona

L: eh.. si.. perdón, hola Ainhoa - no supe que más decir, estaba en shock pero también seguía enfadada por no haber sabido nada de ella en todos estos días y que de repente se presentase aquí

P: bueno chicas, yo si no os importa me voy a casa que estoy reventado

Y sin esperar siquiera a que le respondiéramos salió de allí como alma que lleva el diablo. Quizás porque me conocía demasiado y sabía lo que podía llegar a pasar allí.

L: has venido de visita? Dichosos los ojos - le di la espalda enfadada de verla allí y seguí pasando el trapo por la encimera para secarla. Después de las ganas que había tenido de verla y ahora me molestaba su presencia

A: no precisamente.. te dije que volvería cuando..

Su tono era apagado y me hizo ver que algo no iba bien cuando dejó su frase a medias. Me giré de nuevo hacia ella y pude ver la tristeza en su cara. Estaba tan enfadada que antes no me había fijado en ella, pero sus ojos tenían su habitual brillo totalmente apagado y pude ver que su mirada no era la misma de siempre a pesar de que mantenía la vista sobre el suelo. Algo había pasado y después de lo que me había dicho imaginaba que era lo peor..

L: no, Ainhoa.. dime que no.. - levantó la cabeza para mirarme y asintió levemente - lo siento muchísimo... soy una imbécil

Me acerqué hasta donde estaba ella y la abracé todo lo fuerte que pude durante unos minutos sin soltarla. Noté como estaba llorando por los movimientos que hacía entre mis brazos así que me mantuve inmóvil hasta que ella hizo el gesto de apartarse.

L: por qué no me has dicho nada? - no quería que sonara a reproche pero realmente así fue

A: necesitaba estar un poco sola.. - se apartó una lágrima que caía por su cara

L: dios mio Ainhoa pero no tenías porque pasar por todo esto tu sola, podía haber estado contigo

A: lo siento, de verdad.. no he sabido muy bien cómo gestionar todo. Se me ha quedado muy grande esta situación. Pensaba que estaba preparada para afrontarlo pero no ha sido así..

L: ven siéntate - la acerqué hasta una mesa del restaurante aprovechando que ya no quedaba nadie por allí - quieres que te prepare una infusión?

A: si por favor..

Me puso esos ojitos del gato de Shrek y me pareció lo más bonito que podía tener delante en ese momento a pesar del por qué de la situación.

Preparé la tetera con agua suficiente para las dos y cuando estuvo lista nos serví una taza a cada una para sentarnos a hablar tranquilamente.

L: ten, aquí tienes - le ofrecí la taza y enseguida le dio un sorbo

A: gracias. Está muy rica

L: has comido algo Ainhoa? Tienes muy mala cara.. quieres que te prepare algo? Ha sobrado de la cena..

Desde aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora