- 20

1.7K 133 23
                                    


20: Poemas

CAMINÉ POR LOS PASILLOS DE LA ESCUELA, CERRANDO LA puerta del baño y caminando hacia el salón de clases. Iba tarareando "Love Story" de Taylor, cuando de repente alguien me toca el hombro y me hace saltar del susto.

Me di la vuelta con cara de espanto. Era Valeria.

—¡La con...!— ella tapó mi boca con su mano mientras susurraba un "shh" y volvimos al baño a paso apresurado.

Me tapé la nariz al sentir el olor especial que había dentro del cuarto. Mire a mi amiga la rubia y esta parecía estar verdaderamente estresada.

—Él está aquí— Dijo mordiéndose las uñas de las manos—. Esta aquí y quiere verme.

Frunci el ceño, pensando en todas las posibilidades de las personas que podían ser. La miré y me rendí.

—¿Quien?– Pregunté.

—¡Mi abuelo!—Habló e hizo una pausa—. Oh y me olvide de decirte, ¡el tuyo también está!

Mis ojos se abrieron como platos ante esa noticia. Mi abuelo y el de Valeria se hicieron amigos hace un par de años. Desde entonces, son inseparables.

Dios... recordame porque son amigos.

Mi abuelo desde chiquita me quiso convencer en ir a una de las universidades más prestigiosas del mundo. Obviamente, el costo jamás iba a ser un problema.

¿El problema? Yo.

Yo no queria ir una universidad prestigiosa. Me conformaba con ir a una universidad normal en Barcelona.

"Esa inteligencia que tenes es muy valiosa, mamita. Tenes la capacidad suficiente para ir a Harvard, Yale ¡hasta Oxford!" recordé sus palabras.

Me lleve la mano a la boca y comencé a morderme las uñas de los nervios. Trataba de pensar en alguna excusa para que no hablen con nosotras, pero nada venía a mi mente ahora.

La insistencia de mi abuelo con que vaya a alguna universidad importante era increíble. No se rendía jamás. Creo que le deberían de dar un premio al ser más insistente del mundo y jamás rendirse.

La campana sonó y eso significa que ya estábamos en recreo. Salimos del baño con mucho cuidado de no cruzarnos a nuestros abuelos.

Llegamos al aula sanas y salvas, sin ningún abuelo persiguiendonos.

—¿Que haremos?— preguntó Valeria, preocupada.

—¡No lo...!

Fui interrumpida por una voz masculina. Me di vuelta y lo vi. Mi abuelo. El cual entró con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Fifi!— Sonrió y me abrazó.

—¡Abuelo!—Fingí ser la chica más feliz del mundo, lo abracé y seguí con mi sonrisa falsa.

Detrás de él, venía el verdadero Satanás. El abuelo de Valeria entraba con su distintivo bastón que usaba para caminar y observo a su nieta con indiferencia.

𝙎𝙏𝘼𝙍𝙂𝙄𝙍𝙇 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora