𝙎𝙏𝘼𝙍𝙂𝙄𝙍𝙇 | Pablo Gavi

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23: Volver a Diciembre

CUANDO ME DIJO QUE ME SIENTE FRENTE A ÉL LO HICE CON NERVIOS DE LO que me iba a decir. Traté de sonreír para ocultar mis nervios, pero no lo logré.

Taylor estaba a mi lado y se subió a mis piernas. Seguía siendo una cachorrita, pero crecía muy rápido.

Miraba las ventanas, el techo, la cocina, las escaleras, el patio trasero, todo menos a él. Quería evitar el contacto visual a toda costa, pero parecía que no comenzaría a hablar a menos que lo mire.

—Escucha, Delfi...

Ay Dios. Me comenzó a doler el estómago de los nervios.

El castaño tosió y volvió a hablar. Le temblaba la voz y las palabras parecían que no le salían.

—Creo que... Ya no puedo con esto.

¿Qué? ¿A que se referia con "Ya no puedo con esto"?

Lo miré con el ceño fruncido. Quería hacerme creer a mi misma que no había entendido lo que había entendido. Me negaba a creerlo. Él no podía. Él me ama, ¿verdad?

—¿Que queres decir?

—No puedo seguir contigo.

Lentamente, mi corazón parecía que se rompía en millones de pedazos. Imposibles de reparar.

La tensión entre ambos era enorme. No sabía que hacer. Tal vez, lo mejor era irme de inmediato, podría venir por mis cosas en otro momento.

—¿Por qué?— Pregunté.

—Es mucho— Respondió—. El hate que me llega y el hate que te llega por estar juntos es demasiado. Es por el bien de los dos.

Por Dios.

¿Esa era su estúpida excusa? ¿Que más iba a decir? ¿"No eres tu, soy yo"?

Mis ojos se cristalizaron y traté de no romper en llanto. No quería verme tan débil delante de él.

Busqué la correa de Taylor y se la coloqué. Gavi salió detrás mio y comenzó a seguirme.

—Perdón, Delfi. En serio.

Me quede en silencio y lo miré.

—No puedo creer que lo nuestro se arruinó por una estúpida pelea— Dije poniendo una mano en mi frente—. En serio, no lo puedo creer.

—No es solo por eso— Trató de acercarse, pero me alejé.

Rompí en llanto, aunque no quería.

—Yo hubiera dado todo por vos. Se ve que por mi no hubieras dado nada— Farfulle, cabizbaja.

—Lo hubiera dado todo— Susurró.

—No se nota. No quiero que me llames. No quiero que me escribas. No quiero escuchar más sobre vos. Fingí que no existo. Como si nunca hubiera existido.

—Es que no lo entiendes— Cerró la puerta.

Me senté en la acera, fijandome que no venga ningún auto. Taylor lamia las lágrimas que se me caían, sin entender nada de lo que estaba pasando.