- 16

2.6K 163 20
                                    

16: mi adicción más grande son tus besos

DELFINA'S POV

ERAN LAS OCHO DE LA MAÑANA EN UN VIERNES. EL ÚLTIMO día de la semana. Estaba lista, el uniforme puesto y la mochila colgaba de mis hombros.

Sira apareció con sus auto y tocó bocina, aún sabiendo que estaba afuera.

Me subí la saludé. Ella me dio una sonrisa y bajó el volumen de la radio sabiendo que yo tenía sueño.

Estaba cansada. Hace casi una semana que me di ese beso tan mágico con Pablo.

Creo que las palabras no alcanzan para describir todo lo que sentí cuando me besó. Lo necesitaba. A él y a ese beso. Los necesitaba hace tiempo, y, gracias a Dios, no me tomó mucho tiempo darme cuenta de cuánto lo quería.

— ¿Esa sonrisilla? — preguntó Sira sonriente.

— Nada — respondí, nerviosa.

— ¿Acaso Gavi ahora de llama nada? — sonrió.

Rodé los ojos mientras una pequeña sonrisa salía en mi rostro. Era inevitable mostrarla.

— Me alegro mucho de que te hayas dado cuenta la importancia que tiene Gavi en tu vida, peque — habló —. Creo que no es fácil admitir que te gusta alguien luego de todo lo que pasó.

El auto se quedó en completo silencio. Sira más que nadie sabía lo que había pasado con Bartolomeo. En esos momentos, prácticamente ella vivía conmigo en La Masía. Siempre pasaba a ver como estaba. Luego, se mudo con Ferrari.

— Te ves fatal — confesó.

— Guau. Gracias, Sira.

— ¿Te apetece un café?

— Jamás me niego a eso.

Ella rió y nos fuimos a Starbucks. Pedimos nuestras bebidas rápidamente y luego volvimos a nuestro camino hacia la escuela.

Llegamos y bajé del auto.

— ¡Adiós, peque! — saludó la española —. ¡Tal vez te venga a buscar Ferran hoy después de su entrenamiento!

— ¿Por?

— Tengo demasiado que hacer en equitacion — explicó.

Sonreí y le hice un pulgar arriba. Aceleró su auto y se fue rápidamente hacia su práctica.

Le di un sorbo a mi café y entré a la escuela con mi mejor cara de dormida. Apenas entré, vi mucho polvo y muchos botes de pintura.

¿Que esta pasando?

— ¿Delfina? — la directora se acercó a mi poniendo una mano en mi hombro —. Hoy no hay clases, corazón.

Abrí los ojos como platos.

— ¿Qué?

— Lo que has escuchado, querida. Estamos en medio de unas remodelaciones — explicó —. ¿No os han avisado?

— Supongo que lo avisaron cuando fui al baño — pensé en voz alta.

Con la suerte que tengo yo, era más que obvio que así había sucedido. Suspiré y me despedí de la directora con mi mejor cara, aunque por dentro moría de la bronca.

— Que estúpida que soy — me dije a mi misma.

Caminé un par de pasos, fueron tan pocos que ni siquiera me aleje mucho del colegio. En ese momento, me di cuenta de que iba a tardar unas dos horas para llegar a casa. No quería pasar dos horas de un viernes caminando.

𝙎𝙏𝘼𝙍𝙂𝙄𝙍𝙇 | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora