Capítulo 20

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(Suly)

Esa mañana mis padres habían regresado de viaje, mi padre nos trajo regalos, pero mi madre ni siquiera eso, aunque la verdad ya nos habíamos acostumbrado, lo de Lía era una muñeca - idéntica a la de la otra vez - eso pasaba bastante seguido, pero mi hermana se hacía la que no se daba cuenta y que estaba feliz, lo mío era un vestido, de esos que nunca me pondría.

Sí...como los de A.

Antes solía regalárselos a ella o ponérmelos cuando salíamos juntas para que no se burlara de mi ropa, - la que para ir insignificante - pero ahora obviamente no hacía eso, solo los guardaba en el armario sin mucho entusiasmo, y una que otra vez Via los usaba...

A veces me ponía a pensar en que mis padres no nos conocen para nada, por lo menos mi hermana tendría repuestos para sus muñecas, ¿pero yo? yo no quería una colección de vestidos que jamás me pondría, ni esos estúpidos bikinis, ni libros aburridos de una buena razón para estudiar medicina, ni mucho menos revistas de moda, que eran los maravillosos regalos que me traía mi padre de sus numerosos viajes...

¿Por qué no me observaba un poquito y ya? No sé, que me trajera algún conjunto de falda, una novela de mis escritores favoritos, un libro de poesía o tan siquiera un CD de mi banda favorita.

Sumida en esos pensamientos fui a la escuela, no estaba nada animada hasta que hoy como a Iván se le escapaba eso de <<en el fondo siempre agradecí no tener amigos tan cariñosos>> eso me hizo gracia, la verdad a mí también me parecía absurdo, para demostrar que se habían extrañado no había que hacer esas cosas, además la mayoría de las veces ni siquiera era cierto que se echaban de menos, solo eran una bola de hipócritas que solían llamarse amigos solo porque se iban de fiesta de vez en cuando... Por eso yo siempre prefería irme lejos de esos pequeños grupitos que se formaban, a veces concordaba con Iván: aprecio demasiado la soledad. Esta puede ser triste pero es la única que no miente, no falla, ni mucho menos traiciona.

Siempre he pensado que una parte de nosotros está eternamente sola, por mucho que nos rodeemos de gente siempre hay una parte que es invadida por la soledad, ese rinconcito en el que se disfruta sin que haga falta nadie, es donde reímos, lloramos y nos desahogamos con nosotros mismos, nadie puede intervenir ahí, porque es algo que inevitablemente hacemos solos...

Y si podemos sobrevivir con esa pequeña porción de soledad, un poquito más cañadamos de vez en cuando, para sentirnos bien con nosotros mismos, nunca estará mal...

Después de mi exhaustiva plática con mi mejor amigo entramos a clases, hoy estaba más animada, en el turno literatura hablamos de un libro que me gusta muchísimo "Sigue mi voz" de Ariana Godoy, me emocionó mucho que orientaran un trabajo extraclase justo de esa obra y más por los temas que aborda.

Literatura era mi materia favorita desde que era niña, pero la profe Lisyeny en particular me caía super, ella no enseñaba simplemente un programa de estudio, ella iba más allá, te enseñaba a prepararte para la vida, a apreciar un buen libro, sin importar el género.

Ese era un ejemplo de ellos. Recuerdo que cuando lo leí tenía 14 años, en aquel entonces mi sueño era ser psicóloga y me llamó la atención que el libro presentara todo de una forma tan real, yo había podido podido comprobar que efectivamente, la depresión es algo que casi nadie comprende y que todos cuestionan que también es cierto que solo somos capaces de apreciar las cosas cuando nos quedamos sin ellas, que la belleza de la vida está en los momentos simples y que los momentos difíciles no nos definen como persona...fue una historia que me enseñó que no todos somos blanco p negro, que también hay matrices, que podemos ser bondadosos y egoístas a la vez, o que podemos ser fríos y sin embargo ser capaces de arriesgarlo todo por alguien, y que todos tenemos la oportunidad de ser luz y la oscuridad.

Divididos (Parte 1) [Borradores]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora