Capítulo 6

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(Suly)

Esa mañana seguía sin saber nada de Iván, pasé a buscarlo para irnos juntos al colegio pero nadie me abrió, supuse Doña Lidia estaría ya en la tienda de modas y que él ya se habría ido y lo vería allí.

Pero no fue así, nuevamente nos asistió a clases.

La mañana transcurrió tranquila, tratamos otro de los poema de José Ángel Buesa en la clase de español, tuvimos un examen de matemáticas, el resto del día se estuvo como siempre, los mismos grupitos de todos los días, las burlas, las críticas, el escándalo, en fin... un día muy típico en la peor tortura del mundo.

(Iván)

Ese día tampoco asistiría clases.

Alejandro 8:57a.m
¿Sabes que estás metiendo la pata hasta el fondo no?

Iván 8:59a.m
¿Sabes que últimamente te comportas como si fueras mi papá no?

Alejandro 9:02a.m
¿Sabes qué? haz lo que quieras al fin y al cabo es tu vida, pero al menos la próxima vez abre la puerta, ¿o acaso tus amigos ya no son bienvenidos en tu casa?

Sí, es cierto que hice mal en no abrirle la puerta a Suly y más porque sabía que era ella, la había visto acercarse al salir de su casa esa mañana, pero si lo hacía ella querría obligarme a cambiar de opinión, y lo peor es que terminaría saliendo y lo último que quería en ese momento era ir al colegio y verle la cara a Ailen o a David.

(Suly)

Al salir del colegio me fui a almorzar la cafetería, luego pasé toda la tarde con Rose y Vianna oyendo música a todo volumen, esta última bailando como loca, mientras nosotras nos reíamos. Hace mucho tiempo que no estábamos así, las tres, sin hablar de nadie, sin llantos, sin reclamos, solo nosotras tres. Ya nos hacía falta un respiro después de tantos problemas, juntas siempre habíamos sido siempre eso, la calma después de una tormenta, la mini pandilla inseparable, las chicas maravilla, las mejores amigas del mundo, pero hacía mucho tiempo que se nos había olvidado.

A pesar de esa alegría no podía dejar de pensar en Iván, me molestaba mucho lo que Ailen había hecho siempre con él, pero ahora también se estaba llevando por delante a David, él y yo nos conocemos desde muy pequeños, para ser precisos desde antes de que me fuera a vivir a Madrid, debíamos tener aproximadamente 3 años cuando nos conocimos, fuimos grandes amigos antes y después de mi viaje a España, él era muy tranquilo y alegre, nunca se metía en problemas, andaba por todo el salón cantando. Recuerdo que se sentaba detrás de mí, y siempre que lo miraba me decía que le daba miedo, que mi mirada era demasiado penetrante, que era como si lo estuviera analizando todo el tiempo.

Todos, incluyéndome, lo admirábamos porque había pasado por cosas muy difíciles, nunca había conocido a su padre, su madre siempre estaba ausente, literalmente se crió con la compasión de muchos vecinos, y aún así seguía ahí, animándonos a seguir, siempre tenía una broma, una frase, algo que te alegraba el día, a pesar de que las cosas pareciera no tener solución. Pero ahora todo eso había terminado, ya él no era ni la sombra de lo que había sido, apenas y nos hablábamos, yo siempre le había hecho saber que estaba ahí para él. Pero últimamente tenía ese papel de inquebrantable, de esos que dicen no necesitará a nadie.

Lo pude comprobar cuando esa misma tarde me lo encontré en la calle, de camino a mi casa, yo no suelo ser de las que evitan a las personas, al contrario, me gusta hablar de frente pero cuando vi que se me acercó yo sabía perfectamente por dónde venía el asunto, y no quería que peleáramos y que todo terminara peor, por eso decidí que era mejor dejar las cosas como estaban, pero cuando me dispuse a marcharme, me tomó del brazo y no me quedó de otra que dar la cara.

Divididos (Parte 1) [Borradores]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora