Uno

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Lamento:

Cinco años después.

Elynna:

Caminar en las calles después de media noche es algo relajante. No hay nadie, sientes la brisa fresca en tu cara, y todo está en silencio. Le doy una calada a mi cigarro, viendo como el humo se desaparece en el aire.

Hoy es mi cumpleaños número veinte, y estoy sola. Mis padres están en un viaje de negocios junto a unos socios de estados unidos, mis hermanos en sus hogares con sus familia, y yo en Francia, sola. Lanzo la colilla del cigarro al piso y sigo mi camino pero paro en seco cuando escucho unos gemidos de dolor.

—¡Ayúdenme!. —corro rápidamente a la vereda donde se escuchan los gritos, encontrándome a una mujer sentada en el piso, agarrando su barriga gigante de embarazada mientras grita.

Oh dios, que no sea lo que estoy pensando.

Esto es una película, es una película, es una...

—¿¡Vas a quedarte allí o me vas a ayudar!? —Me sobresalto, cuando la mujer grita. —Lo siento... Es que me duele, mucho.

—Okey, cálmate. Respira. —me agacho, ¡No sé que mierdas hacer!.

—Llama la ambulancia —Me dice, tratando de mantener la calma.

Saco mi teléfono del bolsillo de mi suéter y llamo a la ambulancia, la mujer está empapada de sudor mientras yo tengo los pelos de punta por los nervios.

Las clases de enfermería me mantienen con un poco de calma.

Minutos después me encuentro en la ambulancia junto a un paramédico y la mujer que está gritando mientras aprieta fuertemente mi mano. Jadeo un poco cuando me clava sus uñas en la palma de mi mano.

—¡Los siento! —y sigue gritando por culpa de las contracciones.

•••

Llevo aproximadamente quince minutos en el hospital caminando de un lado a otro pensando que hacer. ¿Me voy? ¿o me quedo?. Muerdo mi pulgar divagando en mi mente.

—Ya nos encargamos de llamar al señor Koslov. —Me sobresalto al escuchar una voz detras de mi, es una enfermera. Asiento por inercia y se va, seguramente es el esposo de la mujer, mejor me espero hasta que el llegue y me voy. Me siento en una de las sillas metálicas que hay. Enciendo la pantalla de mi teléfono; llamadas perdidas de mis familiares, mensajes, notificación de facebook. Son las una de la mañana.

—¿Ella se encuentra bien? —Escucho una voz ronca haciendo que levante la mirada, un hombre se encuentra dándome la espalda mientras habla con un doctor.

—Si Jarev, te dije mil veces por mensajes que se encuentra bien. Si no fuera por la mujer que la ayudó muchas cosas pudiesen pasar.

Admiro la espalda del hombre, tiene una chaqueta negra puesta, un pantalón negro, y su cabello rubio. Tiene en su lado izquierdo de su oreja un arete. Se nota a leguas que es musculoso, ni hablar de las nalgotas que tiene.

No escucho lo que el doctor le dice, pero él rubio voltea hacia a mi, haciendo que me dé un escalofrío al mirar sus ojos azules, siento que estallan contra los míos verde oscuro. Nos miramos fijamente por unos segundos hasta que nos interrumpe el doctor.

—Em...chicos. —el carraspea, notando la tensión. —Ella fué quien la salvó.

—Hola. —digo, sintiéndome pequeña como una hormiga, pego mi espalda contra la silla, buscando una comodidad que me haga sentir mejor.

Jarev [1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora