Siete

2K 137 12
                                    

Elynna:

Acaricio la taza de café entre mis manos sintiendo lo tibio, una y otra vez mientras mis pensamiento están en otro planeta. Todos hablan en la cocina sobre la grandiosa noche de ayer mientras yo pienso en lo ocurrido. Anoche la mujer, la cuál sé ahora que se llama París, me pidió un taxi mientras se disculpaba miles de veces por su comportamiento. No le dí mucha importancia a eso, no cuando no dormí nada por estar pensando en Jarev. Desde que empezamos a desayunar la señora Jennev no deja de hablar sobre lo grandioso que es su hijo y lo orgullosa que está de el. Mientras el sonríe como si nada dándole besos en su mejilla.

Estúpido.

—¿Como la pasaste anoche cariño?.—miro a Jennev sin muchas ganas de mentirle, pero debo hacerlo.

—De maravilla, es un club muy hermoso. —Sonrio falsamente. Si. Es hermoso, pero lo que él hace, no lo es.

—¿Subiste al piso VIP?, Dios, que maravilla; es como estar en otro ambiente. —Le da un sorbo a su café. —Oh, debo decirte algo muy importante. —Baja su tasa de café y carraspea, llamando la atención de todos. —Como ya saben, estoy enseñándole a Ely cómo funcionan las cosas en la empresa, y como sé que ella podrá hacerlo sola, porque tiene potencial, le dejaré mi empresa por unos meses, las ganancias de ese mes será para ella, obvio, si quieres volver a Francia no hay problema. Pero si quieres te puedes quedar. —Todos se quedan callados en la mesa, incluyendome, al escuchar eso.

—¿Pero que dices? —Pregunto en voz baja, sin poder creer lo que dice. ¿Porque no dejárselo a unos de sus hijos?. —¿Porqué a mi?.

—Porque te queremos como una hija. Y tus padres no te darán la empresa. Dejamos de ser su socio en cuanto nos dijo que te vinieras con nosotros. —Derev responde mi pregunta.

—Pueden dejarnos a solas por favor. —Demanda Jennev. Cuando todos abandonan la cocina habla:—Como dijo mi esposo, te queremos como una hija; te vimos crecer y vimos como les daban todo a tus hermanos menos a tí. Me sentí muy mal al ver eso, por eso siempre te enviaba cosas y compartía contigo asi cómo lo hago con mis hijo, tenerte aquí fué lo mejor que me pudo a ver pasado. —Suelto una lágrima. —Nadie merece que lo traten como si fuesen menos, tú no mereces eso. —entonces recuerdo los regalos que me daban Eliza, eran de ellos. Siempre me cuestioné de dónde Eliza sacaba tanto dinero para darme las cosas caras que me compraba, pero ahora sé que fué Jennev. —Eliza vendrá el mes que viene, trabajará aquí en la cocina y le daremos su pago merecido. Tus hermanos están al tanto de todo, menos tus padres.

»Aunque me sentiría mejor si no le dices nada a tus padres. En realidad le propuse esto para ayudarte a tí, no a ellos. Dejaré en tus manos esa empresa de ropas, me iré de viaje con Derev a Hawai. —Me extiende unos montones de llaves y unos papeles. Limpio mis manos en mi pantalón para quitar el sudor de mi manos y agarro lo que me está entregando. —Estos papeles son muy confidenciales, puedes leerlos está noche y firmarlos, lo redactó el abogado de la familia. Estas llaves son de la empresa, la de la bóveda lo tiene Jarev, si lo necesitas se los pide. Siempre estarán los porteros, vigilantes, asistentes y los demás trabajadores que tendrán las llaves respectivo puesto de trabajo.

Todavía en shock, sin creer lo que me está diciendo, dejo caer los papeles a la isla y la miro.

—¿Porqué tanta confianza?. —Ella toma un sorbo de su café, para después dejarlo en la isla y entrelazar sus manos.

—¿Porqué no tenerte confianza?. —me responde con otra pregunta.

—No lo sé. —Murmuro.

—Porque creo en tí niña, sé que podrás con esto y mucho más. También pasé por algo similar con mis padres, me subestimaban por ser una mujer, decían que mis hermanos deben estar en la oficina, y yo en la cocina. —Suelto un suspiro. —Tienes la ventaja que te vamos a apoyar y tus hermanos no te dejaron de hablar. Tienes a Eliza. —Se para de su silla. —Voy a la la alberca un rato con Derev, si quieres te nos unes. —Antes responderle y darle la gracia, ella sale de la cocina. La sirvienta entra con una sonrisa.

Jarev [1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora