diez

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Elynna:

Me paro del sofá tratando de procesar toda la información que me dió el rubio. Esto es una completa locura. Veo todas las armas que están encima de la mesa de su escritorio y no puedo creer que todas estén fabricadas por el mismo.

—Esto es impresionante. —El abre sus ojos sorprendido al escucharme decir aquello.

—Esperé mil reacciones de tí y en ninguna estaba esa reacción, dónde me dices que es algo impresionante.

Ruedo los ojos. No es algo bueno que haga esto, mucho menos detrás de sus padres. Ningún familiar de el sabe de esto, osea, es el primero de los Koslov que empieza este tipo de negocios. ¿Que pasará si se enteran sus familias?. No quiero ni imaginarlo. Me contó cada cosa que hace, tanto legal como ilegal y es sorprendente.

—No puedo creer que seas quien manda en Rusia. —El sonríe.

—El dinero no lo es todo. —digo.

—Créeme, lo sé. Pero así es el mundo hoy en día, con dinero puedes lograr todo lo que quieres. —Me mira, dejando a un lado el arma que me estaba mostrando. —prefiero mil veces estar triste forrado de dinero que estar triste y pobre. Eso sí genera lástima.

No voy a decir nada.

—Porque no puedes contradecir lo que digo. —Rie. Cómo quisiera partirle la cara.

Mentira.

Tomo un sorbo de vino y miro el reloj que se encuentra encima de la puerta de entrada en la oficina. Son las cuatro de la mañana, y me eh dado de cuenta de algo; los dos tenemos una buena resistencia contra el alcohol, bueno él. Sé tomo una botella de whisky y fué como si se estuviera tomando una botella de agua. Mientras voy ni por la mitad de la botella de vino, amo el vino pero para beberlo lentamente mientras siento el sabor en mi lengua, con calma. El ron si me pone ebria rápidamente.

Siempre diré que tomar ron es para personas que les encante mucho o que de verdad quieran ponerse ebrios. No creo que una persona tome ron por tomarlo, es un ardor en la garganta y después un efecto.

Si, el efecto sexual que te da.

Niego lentamente ignorando mi subconsciencia.

—Aprovechando que estamos en son de paz, ¿Porqué no me cuentas como te fue en tus quinces después que me corrieras.?. —Cuando Jarev suelta esa pregunta me tenso mientras me molestó un poco. El sabe perfectamente como reacciono antes esos recuerdos y me hace pregunta para ponerme nerviosa y furiosa.

—Me fué muy genial. —Sonrio falsamente—Ahora llévame a la mansión, debo ir a la empresa en unas horas.  —Camino lentamente en círculos admirando las armas que fueron creadas por Jarev, que bellezas. Pero una en específico llama mi atención, y el se fija en eso.

—Es un Veraj, es un diseño que cree hace años; cuando tenía diecisiete. 

¿Veraj?.

–¿Veraj?. —El sonríe.

—Deja eso allí y vete.

—Se te está haciendo costumbre correrme de todos lados cuando ya no me necesitas. —Bromeo, quitando mi mirada del arma. El se encoje de hombros y yo ruedo mis ojos. Idiota.

•••

—¡Tania meses que no entraba aquí! —Exclama Jenna mientras se lanza sobre el sofá de la oficina.

Son las ocho de la mañana y no logré pegar un solo ojo esta mañana. Cuando llegué a la mansión encontré a Jenna llorando dentro el baño de mi ahora habitación. Le eh dicho que se aleje de ese maldito, pero ella no quiere. No soy nadie para exigirle eso, pero siento que es lo mejor.

Jarev [1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora