Dieciséis

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Jarev:

Mierda.

Me muerdo los labios fuertemente cuando la pelirroja echa alcohol en una de mis tantas heridas de balas y golpes. Intenta coser mi herida pero suelto un jadeo. Me duele, si. Pero más me duele al ver  que a ella les tiemble las manos y esté llorando como una idiota.

—No puedo hacer esto, debes llamar a un doctor, si quieres puedo llamar a tú hermano para que venga aquí. —Niego, Irina solo tiene mierdas en la cabeza.

—¿Cómo crees que va a venir aquí?, Por si no te das de cuenta no tengo fiebre nada más, tengo tres balas incrustada en mi piel y quemaduras. ¿Qué le voy a decir? —Gimo cuando muevo mi cuerpo a un lado, sintiendo como me arde la parte izquierda de mi abdomen. —Lárgate de aquí de una vez. —Demando, ya fastidiado por su presencia. Lo menos que necesito es que Jeanv se entere que soy un criminal.

Necesito saber si Dimitriv está bien. Y cuando salga de esta, le voy a partir la nariz a Ian. Una sola orden le dí, pero como siempre, piensa con la cabeza de abajo. Seguro está en la empresa de mi madre intentando cogerse a Karla.

Él y Dimitriv fueron al muelle a entregarle las armas a los irlandeses, todo transcurrió perfectamente, hasta que Dimitriv me llamó diciéndome que Ian se estaba cogiendo a la novia del Irlandes; la novia de Cian. Unos segundos antes que empezara la balacera. No es la primera vez que hace esto, pero está vez se le fue de las manos. No dudé ni un segundo en ir hacia allá después de escuchar los disparos. Llegué con cuarenta de mis hombres en medio de la balacera, lanzando disparo cómo loco.

—Me alegro que estés bien. —Entra Ian a la enfermería que tengo en el sótano de mi mansión, hay tres habitaciones individuales y un pequeño laboratorio en la parte de al frente . Está mansión es el triple de grande que las de mis padres. Muy alejada de la cuidad, y de las gentes. El patio es grande, piscina, campo de golf, más allá de este, un hermoso lago. —¿Cómo te sientes?.—Cierro los ojos. Las ganas de estrangularlo no me faltan. Ojalá pudiera levantarme de esta camilla de mierda.

—No te quiero ni ver Ian. —Digo molesto.

—Lo siento.—Levanta sus manos, dejando ver los raspones que tiene, incluso tiene en la cara. Lo miro mal, siquiera puedo abrir los ojos bien. —Ella me ofreció sexo y es buena, ¿Cómo no iba a negarme?, Pero acepto que tuve la culpa, puedes hacer conmigo lo que quieras. —Dice lo último mientras levanta las cejas.

Puto.

—Era una maldita entrega Ian. —Gruño, molesto. —¿No podías por una sola vez en tú puta vida hacer algo sin pensar con el pene?. —Iba a seguir hablando pero siento un leve mareo.

—Las hemorragias hace que te sientas débil, necesitamos ayuda de inmediato. —Niego. —Necesitamos doctores nuevos aquí, a los últimos los mataste.

—Los maté por traicioneros. —Aprieto mis manos sintiendo el dolor más intenso. Me siento débil. Miro al piso donde hay gasas llenas de mi sangre.—¿Dónde está Dimitriv? —Pregunto.

—En la otra habitación. Está durmiendo —Empiezo a ver borroso. —¡Entra ya!. —A lo lejos escucho a Ian decir mi nombre, luego de una mujer, pero no es Irina. ¿Quién es?.

Me pega un olor fuerte en la nariz haciendo que abra un poco lo ojos, encontrándome la persona que menos esperaba ver, esta se encuentra con guantes de látex puestos y una inyectadora en su mano.

Pesadilla.

¿Tan mal de la cabeza estoy como para pensar que está aquí?. Siento un pinchazo en el dorso de mi mano luego veo todo negro, perdiéndome lentamente en los brazos de Morfeo.



Elynna:


—Me alegra mucho escuchar que tú y Jarev quieren hacer las pases. —Finjo reír, para que sea más creíble. —Bueno te dejo, Derev viene hacia mi con helado. —Corta la llamada.

Cuando estaciono mi auto frente de la "casa" de Jarev, dudo si es de él. Está mierda parece una mansión donde vive una tropa. Solo de lo ancho que es me da de entender que es un lugar inmenso. Cuando levanto la mirada, hay muchas cámaras en todas partes, incluyendo hombres vestidos de negro, juraría que justo ahora tengo varios francotirador encubierto apuntando mi cráneo. Veo dos de las cámaras apuntar a mi dirección y decido actuar antes que me disparen. Salgo del auto levantando levemente mi brazo.

No me sorprendo mucho cuando siento pasos detrás de mi, luego me voltean rápidamente pegándome boca abajo del capó de mi auto, genial.

—¿Quién eres y qué haces aquí?. —La voz de un hombre se escucha detrás de mi, una voz nada familiar y mucho menos agradable.

—Vine a ver a Ian, me dijo que Jarev está herido. —Digo, no eh dicho ninguna mentira, aún. —Y quiero que quites tus malditas manos de mi cabeza porque me estás lastimando, o Jarev te cortará la cabeza. —Miro a un lado, encontrándome con otro sujeto encapuchado.

—No puedes pasar sin autorización y no nos han dicho que ibas a venir. Tenemos todo el derecho de descuartizarte y lanzarte al río. —Siento los pelos de mis piernas ponerse de puntas.

Mierda.

—Chicos, déjenla. —Cuando escucho la voz de Ian, suelto un suspiro relajada, a la vez que los hombres se alejan de mi en menos de un segundo. —Sígueme Ely. —Miro mal a los hombres, luego sigo a Ian. —¿En qué mierdas estabas pensando cuando viniste sin avisar? ¿Quién te dijo que Jarev vive aquí?. —Se para, y me mira. —Mejor ni me respondas. —Sigue su camino haciendo que yo lo imite. —Todos saben que Jarev tiene este lugar pero no viene, solo lo visitan al apartamento. —Sigue hablando. —Esta vez admito que la cagué en grande y probablemente Jarev quiera cortarme las bolas. Menos mal viniste, así me ayudas. —Frunzo el ceño.

Cuando el abre la puerta de la mansión, mi piel se eriza cuando el frío del aire acondicionado choca contra mi piel. Todo es hermoso, cuadros por todos lados que tienen pinta de costar más qué un avión.

—Vamos al sótano. —Ríe. —Tranquila, no te voy a secuestrar o algo así.

Uno nunca sabe.

Lo sigo nuevamente, caminamos por el pasillo hasta salir por la parte de atrás de este, Ian hace a un lado la puerta corrediza dejando ver a un piscina de lejos pero cruza a la derecha, bajando unas escaleras. Cuando bajamos todo se encuentra en perfecto estado.

Yo me imaginaba un lugar abandonado y personas muertas.

—Quedate aquí, cuando diga que pases, lo haces. Necesito hablar con Jarev primero, y ver si está bien. —Asiento.

—Si necesitas ayuda con algo me dices, tomé clases de enfermería.

cuando el entra , decido inspeccionar el lugar. Todo está perfectamente en orden y pulcro, este sitio me da vibras de las películas, dónde tienen una especie de laboratorio para experimentar con humanos.

—¡Entra ya!. —No lo pienso dos veces al escuchar el grito, —Mierda Jarev, abre los ojos. —Cuando veo a Jarev mi alma se me cae a los pies.

Está totalmente jodido. Lo golpearon tan fuerte, pero lo peor de eso son las quemaduras y ver cómo el piso está lleno de gasas cubiertas de sangres. Cuando veo que se está desmayando. Agarro de encima de un estante una botella de alcohol, y algodón.

—Ha perdido mucha sangre. Necesito colocarme unos guantes. —Ian hace todo lo que le pido. Después de inyectarlo, comienzo a extraer las balas y coser, le echo pomada a sus quemaduras. —¿En esta mierda no tienen doctores? —Ian niega. Miro al rededor a la vez que echo alcohol a sus heridas Es una enfermería, tiene varios estantes con suplementos médicos y todo lo que se necesite.

Después de terminar, miro a Ian.

—Ahora hay que esperar que se recupere. —Digo con cansancio, hoy a sido un día muy largo.

Necesito descansar y procesar todo lo ocurrido.

—Ian, ¿qué pasó?. —Ambos volteamos encontrándonos con la pelirroja que tiene los ojos llorosos.

Ay no.

Jarev [1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora