Tres

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Rusia.

Elynna:

Miro las uñas de mis pies bien pintadas de color blanco a medida que voy bajando los escalones de mi casa. Me gusta estar descalza en la casa, el piso siempre está frío, por eso siempre me da resfriado rápido. Todo se encuentra en silencio como siempre,  pero más silencioso de lo normal. Entro a la cocina con una sonrisa gigante dispuesta a abrazar y fastidiar un poco a Eliza.

Mi sonrisa se borra al darme de cuenta que no hay nadie, raro. Ella no sale los domingos. Me encojo de hombros, abro la nevera, agarro un cambur y cierro de nuevo esta. Me siento en el taburete, apoyo mi mano contra la isla para luego empezar a pelar mi cambur.  Agarro mi teléfono para meterme al facebook pero justamente me llega un mensaje, de mi madre. 

Querida, Eliza se tuvo que ir de viajes. En unos minutos estaremos en casa para contarte algo importante.

Suelto una carcajada sarcástica. Eliza no se va ni al mercado sin avisarme, ¿Se irá de viaje? Ja, estúpidos. Son tan ridículos si creen que voy a creer eso. Me meto en contactos y busco el contacto de; Mami Eliza.

Una, dos, tres llamadas y no contesta. Vuelo a llamarla varias veces, sigue sin contestar. Justamente cuando bajo el teléfono me llega una llamada entrante de Eliel.

—Hola Eliel. —Contesto y muerdo mi cambur.

—Hermana, estás invitada al cumpleaños de Valery. —trago para luego asentir. Como si el estuviese viéndome.

Valery es mi cuñada, esposa de Andrew.

Mi familia no es tan grande. Mis abuelos están muertos y mis tíos, hermanos de mis padres; viven en otros países. Andrew, se casó con Valery después de tener sus primer hijo, Antonio de ocho años. Luego tuvieron a Vanesa, de ahora cuatro años. Mientras Eliel, se casó con una linda mujer llamada Luisa y tiene un solo hijo, mi sobrino mayor de nueve años. Son demasiados lindo e adorable. Ellos son los claros ejemplos que no necesito un hijo aún.

Malvados terremotos.

—¿Porqué no me llamaron ellos para decirme?. —Frunzo el ceño. Obviamente no me llamó para eso, me fuera llamado Andrew.

—Em...—Me paro del taburete y lanzo la concha del cambur en la basura, para luego servirme un poco de agua en un vaso, —nuestros padres despidieron a Eliza. —No doy ni un sorbo de mi agua al escuchar tal cosa.

—¿Que qué?.

—Pero tranquila, no está sola. Ella está aquí en mi casa, pero nuestros padres no pueden saberlo porque habrá serios problemas. —Silencio. —Eliza dice que no vengas aún porque ellos quieren hablar contigo sobre algo importan...

Furiosa, cuelgo el teléfono y aprieto mis manos fuertemente sintiendo mis uñas encajarse en mi palma. A la vez que escucho las voces de mis padres, entran a la cocina.

—Hija. —Mi madre me muestra una sonrisa y se sienta, colocando su bolso de marca encima de la isla. Mi padre mira su reloj sentándose también.

Par de hipócritas.

—Hija, ¿Te acuerdas de Jenna?.—Alzo mi ceja derecha claramente confundida por la la pregunta de mi padre. —¿O a la señora Jennev? —Suelto un bufido y niego. ¿Acaso tengo cara de conocer al mundo entero?.

—Cuando eras más pequeña y íbamos a hacer viajes de negocios en Rusia nos quedamos en la mansión de los Koslov, te dejábamos allí con la señora Jennev mientras hablamos con su esposo y cerramos nuestros tratos. En fin, te quedabas jugando en el jardín con los hijos de ellos.

—Vayan al punto de una vez, no me acuerdo de esas gentes. Y tampoco me importan. —Digo, tajante.

—Deberían de importante. Eran tus viejos mejores amigos y ahora vivirás con ellos. —Suelta mi madre, haciendo que mi padre suelte un gruñido al ella interrumpir su conversación. Yo simplemente río.

—¿Se están escuchando?. —Suelto un risa falsa.

—Tú eres la que debes escucharnos. Si vas para allá a quedarte tres meses te quedarás con la empresa de la familia. 
—Dice mi padre.

Primero despiden a Eliza después quieren que yo me vaya. ¿Después que seguirá?.

»Jennev te dará instrucciones de como mantener a una empresa por lo alto, pero sobre todo; como llevar la de nosotros. Te enseñará muchas cosas.

—Estoy suficientemente capacitada para hacer eso, mis hermanos lo hacen y no tuvieron a nadie que les dijera como hacerlo. ¿Porqué me quieren mandar a Rusia?.

—Hija...

—¡Estoy harta!. —Grito. —¿Qué les hice para que me hagan todo esto?. —los miro a los dos negando. —¿Qué les hice?. —sin darme cuenta, las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. —¿Porqué nunca estuvieron con nosotros?. Y no vayan a poner como excusa que fué por sus trabajos. Estoy harta que nos quieran ver como unos niños pequeños cuando saben perfectamente que nosotros ya no lo somos. Se alejaron d enosotros sin importar una puta mierda.

Corro a mi habitación y saco todas mis ropas del armario para luego lanzarlo encima de mi cama. Las joyas, efectivo, todo que utilizaría. No me serviría de nada irme a algún hotel de aquí, porque mis padres tienen influencer y sé que no me querrán allí. Ni a casa de mis hermanos, nada. No tengo a más nadie ni el suficiente dinero para comprar o rentar un apartamento. Mi única opción es ir a Rusia. Tengo que ir.

Veo de reojo como mis padres entran a mi habitación, ruedo los ojos.

Ya vienen a fastidiarme de nuevo.

—¿A dónde te quedarás?, Bloquearemos tus tarjetas y...

—Iré a Rusia. —Suelto secamente. Era de esperarse que no vinieran a disculparse o decirme que puedo quedarme, después de todo seguro no saben cómo consolar a una persona que no sean a si mismo.

—Me alegro escuchar eso. —Ellos sonríen mientras yo quiero llorar de la rabia.

Los odio.

—El jet de tú padre saldrá en tres horas. Puedes irte a despedir de tus hermanos. —Ahora habla mi madre.

Solo asiento y sigo acomodando lo que me falta. Cuando salen de la habitación, agarro mi zapato y lo lanzo contra la pared, saco las sábanas de mi cama y lo lanzo al piso con furia. Odio esto.

Eliza.

Necesito que ella esté segura, en un lugar lejos de mis padres. Ellos son el diablo en persona, necesito protejerla.  No tengo otro opción que irme, no puedo irme a otro lugar porque me harán trizas.

Maldita sea.

Debo ir a Rusia, fingir. Luego largarme lejos con Eliza.

Jarev [1] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora