Sabotaje

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Raquelle.

Debo mantener la calma, incluso en los momentos más complejos y estresantes debo estar tranquila, pero esta vez no lo logro, cuando veo a Ryan ahí arriba con Ken no puedo evitar sentir que todo se va al carajo. Ryan baja, la fiesta termina y las luces se apagan; incluso la directora tiene un límite para las fiestas, aunque las permita. Ryan está ido desde que lo encontré, le pedí que despidiera a los invitados, lo hace sin chistar, le preparo un té, lo bebe, no le gusta el té.

—Qué diablos te pasa Ryan, empiezas a preocuparme— exclamo por fin.

Se queda en silencio.

—Solo tocaste dos canciones y saliste corriendo, tú no eres así, tú esperabas este momento, debiste quedarte con Barbie— explico.

Y la culpa me consume al instante, esto no es culpa de Ryan, es mía, yo fui quien se quedó con Barbie y no intentó devolverla a su lugar, fui egoísta.

—No me afectaron las campanas— escupe.

— ¿Y a Ken? Tal vez hizo algo indebido y...— me detengo al notar su mirada perdida de nuevo.

—Tampoco. — responde en tono serio.

El error había sido mío, ya no hay duda, desde un principio elegí creer que el error era de mi hermano, sin darme cuenta que fui yo quien hizo algo indebido. Me siento de lo peor.

—Lo siento, mi Rayito. —me disculpo tomando sus manos.

—Está bien, Rachy. — insiste, más para él mismo que para mí.

— ¿Estás bien?— murmuro.

No dice nada.

— ¿Pasó algo con Ken?—pregunto.

Se pierde aún más en sí mismo.

Pasó algo con Ken. Se había ido como alma que lleva el diablo cuando los encontré, Ryan no ha dicho una palabra sobre eso, raro de él.

—Las cosas son como son, no vale la pena intentar cambiarlas— menciona mientras se peina el pelo.

No recuerdo cuántas veces intenté transmitirle esta verdad, evitando revelar la realidad. Hice esfuerzos en todas las formas posibles para que comprendiera cómo deben desarrollarse las cosas, pero ahora sus palabras dejan un vacío en mi pecho. Lucía triste, y me falta el coraje para preguntar la causa, sabiendo que yo no podría remediarlo, aunque quisiera.

El espectáculo debe continuar, incluso cuando tienes el corazón destrozado. Me propongo corregir mis errores constantes. A pesar de que la idea de estar cerca de Barbie es tentadora y anhelada, debo desempeñarme correctamente. El fin de semana transcurre con normalidad. Ryan se encierra en su cuarto y a veces rechaza comer. Le doy su espacio mientras el vacío en mi pecho crece.

Pero debo seguir con mi plan, el siguiente paso solo está a la vuelta de la esquina.

Ryan me ayuda con las elecciones para representante estudiantil. La gente se vuelve loca cuando lo ve; podría ganar con el triple de votos que cualquier otro candidato gracias a él, pero no es esa la idea.

Tengo dos contrincantes más, o eso pienso. El lunes por la mañana Barbie se acerca a mí mientras reparto los folletos con mis propuestas, toma uno y finge inspeccionarlo.

—Estoy segura de que serás una gran representante, definitivamente votaré por ti—declara con decisión.

Qué mierda está pasando por el amor de Jesucristo.

— ¿No te vas a postular?— pregunto con sorpresa.

— ¿Por qué lo haría?— dice confundida.

No sé cómo responder a esa pregunta.

Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora