Celebración

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Mi madre siempre decia: "no hay nada perfecto" y cuánta razón tenia, aunque me cueste admitirlo. Afortunadamente, me encuentro con la directora en el pasillo y me asigna una habitación en la casacomunal, de la cual acabo de enterarme de su existencia. Hasta el momento no me había planteado dónde iba a dormir. Si ella no lo hubiera mencionado, tampoco me habría tomado el tiempo de preguntarlo y probablemente estaría durmiendo en el establo con los caballos, lo que no me parecería tan malo.

Las habitaciones no se comparten, lo que me parece fascinante y a la vez inquietante. No soy muy buena compartiendo tiempo con otras personas; creo que podrían sentirse incómodas con mi intento de plática. Pero me hace preguntarme cómo es posible que los miles de estudiantes de este lugar tengan cada uno su propia habitación. ¿Será esto un trato especial? No me lo explico.Si fuera algun trato con mis padres, ellos hubieran propuesto que durmiera en un baño.

La casa es bastante espaciosa. Al entrar, me encuentro con un largo pasillo que distribuye los espacios comunes. A un lado, hay una amplia sala de estar y, al otro, una cocina espaciosa. Sigo caminando por el pasillo y, al fondo, alcanzo a ver un gran tronco en un fondo verde.llego a las escaleras y se que mi cuarto esta unos pisos mas arriba, pero me interesa saber que otros espacios tiene esta casa.Paso por un pequeño cuarto de lavado antes de llegar al final del pasillo, donde se abre un enorme patio trasero. En el centro del patio, un majestuoso cerezo está rodeado por una corriente de agua. La luz se filtra fragmentada a través de un techo de cristal, y las enredaderas trepan por él.

Es una especie de invernadero dentro de la casa que incluso sale de ella atraves de los ventanales. Si que tienen dinero.Mi sorpresa es aún mayor al subir en busca de mi habitacion, un pasillo extenso con puertas a ambos lados, encuentro la habitacion 802 e incerto la llave,la madera cruje al abrirse la puerta, un cuarto bastante espacioso, con una gran ventana de arco. Mi duda se hace aún mayor sobre las dimensiones del instituto. ¿Cómo es físicamente posible? Tal vez a algunos estudiantes sí los obligan a dormir en el establo; siento la urgencia de rectificar esa sospecha.

Prácticamente no traigo nada, así que no tengo que desempacar mucho. Al finalizar la organización de mi ropa, me tiro en la cama sencilla, que es más rígida de lo que parece, lo que me hace sentir una punzada en la espalda por el impacto. Palpo mi bolsillo en busca de mi celular y mi sorpresa es tan terrible como si de mi propia alma perdida se tratara. No está ni ahí, ni en la maleta, ni en el escritorio, ni debajo de la alfombra, aunque realmente no sé por qué busco ahí. Entonces lo recuerdo al ver el cartel significativamente grande en la puerta con el ícono que dice "prohibido el uso de celulares" y me siento realmente muy tonta, como cuando busqué mi celular con la linterna de mi celular la semana pasada. La directora se lo lleva y no volveré a verlo en mucho tiempo.

Me recuesto nuevamente en la cama, pensando en la posibilidad de asistir a las clases desde hoy, aunque no es obligatorio según la directora. Tampoco me fascina la idea de ser el centro de atención al irrumpir en el aula siendo una cara nunca antes vista. La idea es descartada al instante, no gracias. Miro al techo de la habitación, tan limpio y vacío como el resto de las paredes. En ese momento realmente echo de menos mi cuarto, el techo tapisado de estrellas, el escritorio repleto de lápices de colores y libretas apiladas, mis botes de pintura y mi mesa de dibujo, los libros que había abandonado con tanto pesar al salir de casa. Mi suprema adoración e infinito amor, cuánto extraño a mi gato, maldita sea. Todo lo que significa algo para mí ya no está aquí, entonces siento que yo tampoco significo mucho sin eso. No puedo evitar que un largo suspiro escape de mi boca.

La semana siempre me parece la medida de tiempo más acertada en la vida humana, no solo de manera literal, también de manera metafórica. El lunes y martes son el pasado, un pasado en el que discutí terriblemente con mis padres y me aseguro de que mi propia familia me maldiga por la eternidad. El futuro es el jueves y viernes, un misterio que presagia cosas buenas y aún desconocidas en este lugar. Yo no estoy en ninguno de los dos; estoy en el presente, un miércoles, donde no sé quién soy ni a dónde voy. El presente es tan incierto como el futuro y tan inquietante como el pasado. El miércoles parece eterno y realmente no quiero pensar en los días anteriores de la semana.

Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora