Diluvio

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RAQUELLE

Me despierto con un dolor de cabeza que amenaza con partirme en dos. Siento que la ropa me raspa la piel y me doy cuenta de que sigo usando la misma del día anterior, un comportamiento que detesto. Breves fragmentos se cuelan en mi memoria, y definitivamente tomé alcohol de verdad, no hay otra explicación para esta migraña. Un recuerdo de Barbie sentada frente a mí invade mi mente y me obliga a levantarme de inmediato.

Recorro la habitación tratando de que la memoria sensitiva me ayude a recordar lo que ocurrió. La imagen de la cara ruborizada de Barbie vuelve a mi mente, y siento un cosquilleo recorrer mi piel al pensar en eso. Un sentimiento de inquietud en mi estomago anuncia que he hech algo malo, pero un sentimiento liviano en el pecho me dice que no ha sido algo malo, eso me hace sentir mas preocupacion, porque mi corazon parece confundir lo que esta bien con lo que esta mal.

¿Qué demonios hice anoche? 

¿Con Barbie? CON BARBIE.

El sol se encuentra en su punto mas alto, he dormido demasiado y nisiquiera una ducha es suficente para superar mi migraña. Al bajar las escaleras espero encontrar un salon vacio con rastros de destrozo, nadie se encuentra nunca en la primera planta al dia siguiente de una fiesta,sin embargo, Ryan está en la cocina, lo cual nunca es una buena señal. Me mira con una sonrisa mientras me tiro en el sillón.

—¡La cena está lista! —grita desde la barra.

Lo miro con molestia.

—Rachy, tomaste demasiado alcohol anoche, ¿quieres una sopa? —pregunta con una sonrisa.

Siento que no escucho ese nombre desde hace siglos.

Me incorporo en el sillón cuando se acerca con un vaso de agua y una pastilla.

—Para la resaca. Hay sopa de fideos en la barra —dice, palmeándome la cabeza con dulzura.

¿Acaso cambiaron a mi hermano mientras estaba borracha?

—Voy a practicar a mi cuarto —avisa mientras sube las escaleras.

Inusual, increíblemente inusual. El resto del fin de semana se la pasa yendo de un lado a otro, casi dando saltitos por todas partes. Algo extraordinario sucedió en la fiesta, no tengo duda, pero espero que sea algo inesperado, realmente lo deseo.

Aunque estoy mareada, me doy cuenta aun de que no tuvo su ya tradicional "fin de semana de silencio", donde no sale de su cuarto después de una fiesta porque cualquier ruido adicional podría derrumbarlo, es un pacto tacito, despues de todo, esto siempre es mi idea,asi que debo aceptar tenerlo muerto en vida todo el resto del fin de semana.Podria alegrarme que tenga una sonrisa en el rostro y este comiendo de manera entusiasta, una parte de mi lo hace, a veces no quiero escuchar a la que no.

El domingo por la noche comemos lo que ahora parece ser la especialidad de la casa: sopa de fideos, con ligeras variaciones en el sabor. Debo reconocerlo, la práctica hace al maestro. Al menos esto es comible y hasta un poco disfrutable.

El dolor de cabeza es mas leve y han empezado a llegar recuerdos fragmentados que prefiero mantener bajo llave.

Mientras Ryan come su sopa como si fuera un manjar celestial, pregunto:

—¿A qué se debe tanta felicidad, Rayito?

—¿A qué crees, Rachy? —se burla.

—No tengo ni idea, ilumíname, por favor.

—¿Para qué? ¿Para que vayas y se lo cuentes a tu querida Annelisse? No, gracias. La felicidad se comparte, pero no se reparte. Ni lo sueñes, Rachy.

Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora