El mundo sobre mis hombros.

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BARBIE.

Me acuesto en mi cama, sintiéndome feliz por primera vez en mucho tiempo. A pesar de todo lo que sucede en mi vida, a pesar de la herida en mi pierna y el dolor de cabeza que he tenido después de tomar los cócteles extraños que prepara Raquelle, me siento, por algún motivo que reúne todos los motivos, dichosa.

Muchas cosas son un misterio en mi vida, pero son nubes que aún dejan pasar los rayos del sol.

Tomo una ducha y caigo rendida en el sueño.

Estoy en un hermoso lugar. Hay un hombre muy apuesto, tal vez excesivamente, aunque un poco parecido a mí. ¿Por eso es apuesto? Es uno de esos sueños donde me siento como un personaje de videojuego, y esta es una realidad fantasiosa. Camino por un sendero de árboles brillantes, un hermoso lago y un puente de piedra. El hombre apuesto tira del caballo y me dedica una sonrisa. Llegamos al claro del bosque y el hombre me mira como si tuviera que hacer algo espectacular justo ahora. Me pregunto, ¿de qué recuerdo saqué esta historia? Una persona se acerca, emergiendo de algún lugar del bosque. Lleva una capa azulada con un broche dorado; no puedo ver su rostro en la lejanía. Se acerca a nosotros y el día se hace noche. Tanto el hombre como el caballo se han ido, solo quedo yo. El sujeto saca de su túnica una daga y la empuña en mi dirección. Intento correr, pero mis pies parecen atrapados. Trato de gritar, pero mi boca no emite sonido. El sujeto corre hacia mí con la daga empuñada, y ni siquiera puedo cerrar los ojos. Cuando está a unos centímetros de mí, el viento quita su capucha y revela la cabellera larga y rasgos orientales de una mujer. ¿Raquelle? El dolor del arma atravesándome me despierta de un brinco. Mi cuello se derrite de sudor,tomo mi diario y escribo con mano temblorosa lo ocurrido.

No puedo volver a dormir.

El dolor en mi pecho persiste, como si no hubiera sido solo un sueño. Aun así, logro sonreír cuando noto a Ken y Teresa en el pasillo. No muchas cosas pueden nublar la felicidad que se siente al tener amigos. Nos sentamos en una de las mesas para desayunar; todos nos sentimos alegres por alguna razón, una vibra de energía positiva nos persigue, pero algo hace interferencia. Ken luce pensativo.

—Ken, ¿necesitas ayuda para limpiar tu cuarto? —pregunta Teresa.

—No... lo limpié anoche después de que se fueron —menciona mientras su vista se desvía hacia su costado—. pero encontré algo.

Ambas lo miramos con expectativa.

—Esto —menciona sacando una bolita dorada del bolsillo.

—¿Es oro? —pregunto.

Teresa la toma de la mano de Ken y la muerde con el colmillo.

—¡Sí es oro! —exclama con sorpresa, mostrándonos una pequeña marca en la bolita.

—Parece una canica, no sé de dónde salió —comenta Ken, mirándola con detenimiento.

La miro y siento que me es familiar de alguna parte.

—Siento que he visto esto en otro lado —comento.

Ken me pasa la bolita, y la examino con detenimiento.

Además de la marca del diente de Teresa, un orificio diminuto destaca en una de las caras, tal como lo tienen los botones. Recuerdo dónde lo he visto antes. El día de la fiesta de Ryan, una hilera de estos estaba en el centro de su camisa; sin embargo, uno de ellos faltaba. Eso significa que lo ha perdido en algún lado, porque sería imposible que Ryan usara una camisa con algún defecto. No parece su estilo, y si mi memoria no me falla, cuando lo vi antes de irme con Raquelle, tenía todos los botones completos.

Eso significa que ha estado con Ken esa noche, en su cuarto. También es la razón de la discusión de Raquelle y Ryan.

Demasiada información.

Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora