Pertenecer

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KEN

Me encamino hacia el templete. No estoy seguro de qué debería hacer o decir en este momento delicado. Teresa y yo somos amigos desde hace bastante tiempo, desde que llegó de intercambio. Siempre ha irradiado amabilidad y bondad; lo que ocurrió parece estar fuera de su carácter. Es competitiva, algo común en ella, pero la malicia no es una de sus características.

¿Debería preguntarle qué sucedió o mencionar que Barbie estaba preocupada por ella? Estoy indeciso. Después de todo, su intención no era herirla, pero la posibilidad está ahí después de su movimiento. Mientras salgo del castillo, siento un fuerte agarre en mi brazo.

—¿Qué haces aquí? —El ceño de Midge se encuentra mas fruncido de lo normal.

—Estaba buscando a Teresa, ¿la has visto?

—Está en el templete, pero eso ya deberías saberlo. ¿Por qué la buscas? ¿No deberías estar con tu novia? —murmura.

Me quedo sin palabras ante su reclamo.

—Deja de actuar como un imbécil, Ken. Teresa es tu amiga, eres muy importante para ella. ¿Cómo puedes dejarla sola después de lo que pasó? —sentencia.

—Yo... pensé que Barbie estaba herida. Salí a buscar a Teresa apenas supe que estaba bien —explico.

—¿Y cómo crees que la hizo sentir eso?

¿Cómo hizo sentir eso a Teresa? Mal, muy mal. Esa es la respuesta. El público la estaba abucheando y yo solo corrí a socorrer a Barbie, sin pensar en que Teresa también necesitaba mi ayuda.

—Ve a buscarla... y no te agarro a patadas solo por eso, incluso si yo... —suspira—. Sé un amigo leal, Ken.

He estado tan absorto en secretos, problemas, descubrimientos y desilusiones que olvidé lo que significa ser un buen amigo. Teresa siempre ha estado allí para mí, incondicionalmente. Posee esa increíble capacidad de lealtad que nunca flaquea. Sé que Teresa siempre estará a mi lado, ya sea para defenderme o reprenderme. Pero la he descuidado por trivialidades que, comparadas con su amistad, no tienen ningún valor.

Cuando finalmente llego al templete, allí está ella, sentada en el borde cerca del lago, con el viento peinando su cabello. Está absorta en el agua cristalina, tan concentrada que ni siquiera vuelve la mirada cuando escucha mis pasos.

Me siento a su lado, contemplando el lago junto a ella.

—Lo siento —murmuro.

Teresa me mira con pesar, como si mis disculpas le dolieran.

—¿Me crees? —pregunta mientras msus ojos se entornan

Hubiera preferido no dudarlo, pero lo hago.

—Sí, lo hago —respondo.

Asiente lentamente.

—No sé cómo pasó. Yo solo estaba al lado de Raquelle y, de repente, el caballo acorraló al de Barbie, y no sé qué más sucedió. No estoy segura —explica.

Una expresión de tristeza invade su rostro, algo poco común en ella.

—Te creo y te conozco. Barbie está bien y preocupada por ti. Sé que ella también sabe que no lo hiciste a propósito —añado.

Hay un momento de silencio.

—Barbie y yo hemos estado trabajando en algo. Lo siento si no he estado lo suficiente para ti. Prometo que estaré a tu lado de ahora en adelante —ofrezco.

Sonrie.

Nos quedamos en silencio por un rato, admirando la maravillosa vista: el lago cristalino y el viento acariciando la copa de los árboles, creando una suave melodía. No es incómodo; es liberador. Solo mirar hacia el horizonte y no pensar en nada, como si todos los músculos finalmente descansaran. Miro a Teresa y sé cuánto la aprecio.

Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora