Demasiado aburrido

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Después de lo que podría considerar como el escape de Raquelle y de toda mi posible interacción social, el recorrido es silencioso e incluso un poco aburrido. Ken es una persona amable, silenciosa y, al parecer, no muy buena con las palabras. Siento que nos llevaríamos bien si tan solo uno de nosotros tomara la iniciativa para decir algo.Me ha explicado como funcionan los sitemas de riego de los muros verdes, el sistema de compostaje y brevemente sobre los salones de arte que algunas veces tienen sesiones de pintura al aire libre. Pero no es como una conversacion, siento que esta recitando todo lo que se aprendio de memoria mas que hablando conmigo, asi que me arriesgo, porque no tengo nada mas que perder.

—Entonces... ¿Ryan y tú son muy buenos amigos? —menciono, tomando la iniciativa después de que ya estamos lejos de los campos.

—Yo no diría eso. Nos conocemos desde que éramos pequeños. Siento que sé todo de su vida y él de la mía. Incluso si quisiera, no podría alejarme de él tan fácilmente.

Aun no puedo intepretar la mirada que le dedico cuando se despidio desde la cancha. 

—Pero no es como si quisieras hacerlo, ¿verdad? —cuestiono.

—No estoy seguro. Ryan es genial y todos lo aman. Siempre sabe qué decir y qué hacer, sale con las chicas más encantadoras y yo solo existo. Estar junto a él fue agradable, pero me hace sentir... pequeño. Tenemos intereses diferentes.

Puedo notar en su cara inmediatamente que se arrepiente de haber dicho eso. Apenas nos conocemos y tal vez ha revelado algo vulnerable de sí mismo a alguien en quien aún no sabe si puede confiar. Siento que somos realmente parecidos, ambos sentimos cosas que nos gustaría compartir, pero no queremos contar a alguien, a menos que sea un total desconocido que no podría juzgarnos. Me agrada, así que me muestro vulnerable también.

—Yo realmente no quería venir aquí, mis padres me obligaron —confieso con resignación.

—Eso explica tu cara en todo el recorrido —menciona.

—¿He tenido mala cara todo este tiempo!? —pregunto sorprendida.

—Desde que te vi mientras se me derretían los pulmones.

—Lo siento, pero realmente tienes mala suerte para tener que mostrarme las partes más aburridas de este lugar. Si tuviera la habilidad de dormir de pie, ya lo estaría haciendo desde hace rato.

—¿Así que alguien ya te mostró lo divertido? —dice sorprendido.

—Hasta el último rincón. Si este lugar lo tiene.

—No lo creo. Estoy seguro de que aún no has visto la capilla.

—¿Hay una? —pregunto con nervios.

—No como tal, es un nombre secreto. Ya lo verás —menciona con orgullo.

Descubro que aquí las personas tienen lugares secretos y no puedo evitar sentirme tentada.

Caminamos hasta los jardines, nos alejamos de los invernaderos y establos para sumergirnos en un mar de pequeñas flores blancas. A medida que avanzamos por el campo, hay menos personas y ninguna de ellas se acerca a la marea blanca, es como si existiera una barrera invisible. El campo tiene un pequeño camino, angosto, que parece haber sido frecuentado hace mucho tiempo y ahora solo queda un rastro de él. Siento escalofríos por la heladez del aire.

—¿Estas son venenosas? –dudo.

—Se llaman perlas, la gente piensa que son de mala suerte. No se atreven a tocarlas —murmura Ken.

—Eso es un alivio —digo irónicamente.

—No lo son. Este lugar era usado anteriormente para ceremonias religiosas, pero en algún momento empezaron a crecer flores a su alrededor. La directora dijo que el lugar estaba maldito y nunca volvieron a usarlo.—Explica. No me ofrece mucha tranquilidad eso ultimo, ni el tema de las ceremonias.

Llegamos a un pequeño lago, el cual parece ser el límite de las instalaciones del instituto. Se siente como una barrera, mágico e irreal. La brisa es fuerte y fría, revolviendo las flores como en una danza. Al borde hay un templete, que antiguamente parece haber sido de color blanco, con grandes columnas de piedra. Aún se siente como un lugar sagrado. La vista deja ver las nubes reflejadas en el agua, donde también yacen pétalos de flores. Para mi sorpresa, el lugar está intacto en su interior, muy limpio, con un piso reluciente.

—La capilla —indica extendiendo sus manos hacia el templete.

—¿Vienes aquí muy seguido?

—Una o dos veces...

Lo miro con incredulidad.

—Al día... —agrega cerrando los ojos.

—No esperaba menos, parece que cuidas muy bien del lugar. ¿Qué te gusta hacer aquí?

—Vengo cuando quiero estar en calma. La vista es definitivamente hermosa, nadie pasa por aquí, excepto los conejos. —dice con una sonrisa.

—Es un lugar muy agradable, gracias por traerme —comento.

—Puedes venir cuando quieras. Vengo con Teresa en las tardes a pintar, es un paisaje muy retratable —agrega con la mirada perdida.

—Creo que la conozco. ¿Son buenos amigos?

—En este caso puedo decir que sí. No nos conocemos hace tanto tiempo, pero creo que conectamos muy bien. Ambos disfrutamos de pintar, leer y tomar café. Es divertido pasar tiempo juntos.

Me alegro al escucharlo. Siento que de alguna manera Ken se parece a mí. Me hace sentir que tengo esperanza de conectar con alguien como él.

Nos sentamos al borde del templete. El lago es cristalino y tranquilo, no lo suficientemente hondo para nadar en él. Pensé que yo, en especial, sería la más absorta en el paisaje, pero los ojos de Ken reflejan la vista. Noto adoración en su mirada y, tal vez lo juzgo  muy rápidamente, pero creo que está haciendo un gran esfuerzo para estar aquí, para hacer esto conmigo. Me siento agradecida por su muestra de generosidad y por memorizar toda esa informacion que yo ya habre olvidado mas tarde.

Antes de que pueda decir algo, la campana suena. Es la primera vez que la escucho; el sonido es insoportable, me hace doler los dientes.

Ken muestra una mirada de confusión ante el eco de las campanas. Siento ganas de preguntar la razón del sonido, pero siento que es demasiado tonta y obvia la respuesta.

—Creo que aquí termina tu recorrido. Debo volver a clase. Te acompañaré hasta la oficina de la directora, para que te entregue tu horario —comenta Ken.

—No es necesario, sé cómo llegar. No quiero que llegues tarde a tu clase —agrego, mintiendo porque no tengo idea de dónde está su oficina.

—¿Estás segura? Siento que debo hacerlo —dice con preocupación.

—¿Por ser mi guía? Claro que no, agradezco tu ayuda, ahora debo conocer la escuela por mí misma —digo mientras salgo del templete.

—No es por eso... o bueno, no sé —duda con una actitud extraña.

—No te preocupes, nos veremos luego, en la fiesta de Ryan?

—¿Qué fiesta?

—Ryan hará una fiesta de bienvenida y me gustaría que vayas.

—Nunca he ido a una organizada por él. Son muy ruidosas... pero puedo considerarlo si es para ti —menciona.

—Es un hecho, nos vemos allá, gracias por todo —sonrío mientras me alejo—.Ah, una cosa más.

Me devulevo para mirarlo.

—Después del tiempo que pasé contigo hoy, yo creo que tú también eres genial —digo.

Sonrío y él también lo hace. Tal vez hacer amigos no sea tan difícil esta vez.


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Destino EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora