4. La cena está lista

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—¿Quiénes son esas mujeres? ¿A dónde la llevan? —Le pregunté a Grettell al ver a las cuatro mujeres de apariencia espeluznante cargar sobre sus hombros el cuerpo roto de Emma. Sus túnicas negras ondearon al internarse en el túnel.

—Son las cuidadoras. Supongo que van a enterrarla en el cementerio olvidado —respondió, encogiéndose de hombros.

Grettell había limpiado el ojo con la tela del vestido y se lo había metido en la bolsa oculta de uno de sus costados. La miré sorprendida y sin parpadear; esa chica era extremadamente rara.

—¿Van a deshacerse de su cuerpo así, sin más?—. Señalé los escalones manchados de sangre—. Acaba de suicidarse, a la vista de todas. No pueden simplemente hacer un hoyo y pretender que nada pasó.

Grettell soltó un suspiro.

—¿Acabas de olvidar en dónde estamos y cómo llegaste aquí?

Grettell tenía razón. ¿En qué demonios estaba pensando? Si la directora era capaz de secuestrar adolescentes y golpearlas, no dudaría en enterrarlas en lo profundo de un cementerio olvidado.

Miré a Becca, quien seguía de rodillas en el suelo con las manos ocultas en los rizos y la cabeza inclinada en las rodillas.

—Vamos, Becca —le dije cuando me acerqué a ella, poniendo mi mano sobre su hombro—. Tenemos que irnos de aquí.

Los jugos intestinales que el cuerpo de Emma había expulsado tras su muerte comenzaron a impregnar el aire.

—Ella...ella... No lo entiendo.

—Estas cosas no son fáciles de entender, Becca. Ven conmigo.

La tomé de la mano y la ayudé a levantarse del suelo mojado.

—Ella era mi mejor amiga ¿Por qué tuvo que hacerlo? —repitió con la mirada desconsolada encajada en la escalinata sangrienta.

—Hablemos de ello adentro, anda.

Jalé gentilmente su mano. Tenía que alejarnos del aroma fecal que al parecer ella no lograba percibir por el shock.

—¿Puedes guiarnos a los dormitorios?

Becca me miró sin entender.

—¿Te refieres a las celdas?

Por un momento volví a olvidar que no me encontraba en lugar común. Estábamos en un castillo donde hombres, mujeres y niños habían muerto torturados y quemados en la hoguera; en donde las chicas no dormían en habitaciones, sino en celdas de roca y hierro.

Becca no dejó de sollozar en todo el camino de regreso. Cuando llegamos al corredor de las puertas enumeradas, aquel silencio que reinaba una hora antes se había inundado de cuchicheos y susurros lastimeros. Los ojos de Becca se volvieron a llenar de lágrimas cuando nos metimos en la celda número diez.

—Esta era la celda de Emma, se ve tan diferente —observó Becca con tristeza al resbalar la mirada por las altas paredes de roca negra.

—Grettell la preparó para mi llegada. No tenía idea de que aquí dormía Emma.

Aquella confesión se me antojó aterradora. ¿Quién querría o podría dormir en la celda de la chica loca que acababa de suicidarse?

Al unirme a la mirada inquisitiva de Becca, que se había fijado en las arañas de panza roja, Grettell pasó caminando con un andar veloz hacia el otro extremo del corredor, arrollando a una chica bajita que caminaba hacia mi puerta. Me daba la impresión de que Grettell gozaba de mayor libertad en cuanto a pasear por el castillo se refería.

Carne y Sangre #PGP2024  #PTR 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora