9. El Salón Blanco

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—No podemos leerlo aquí. Es muy arriesgado —dijo Becca, con el diario color sangre aferrado a su pecho.

—¿A dónde sugieres que vayamos?

—El patio va a estar ocupado por las chicas hasta que el sol se oculte. —Movió la cabeza dando una negativa—. Así que ese lugar está descartado.

—¿El comedor, tal vez?

—Oh, no. Ese es uno de los lugares donde siempre vas a poder encontrarte con una cuidadora; les encanta pasar el tiempo en lo profundo de la cocina.

—El castillo es enorme —resoplé—, estoy segura de que hay un millón de lugares dónde podemos leer sin ser descubiertas.

El ceño de Becca se contrajo profundamente mientras pensaba.

—Ya sé a dónde podemos ir —dijo, lanzándome una mirada de preocupación—, pero no estoy segura de llevarte a él.

—¿Por qué no?

—Porque, aunque suene imposible de creer, es un lugar inusualmente... agradable.

Se me escapó una carcajada ácida.

—Dudo mucho que haya algo agradable en Bloodrock.

Mi corazón dio un respingo dentro de mi pecho, como si acabara de decir una gran mentira, y bueno, tal vez no había algo que me agradara en el castillo, pero sí que había alguien en quien no podía dejar de pensar.

Mi pecho se contrajo al preguntarme si Seth se encontraría bien.

—Pues este lo es —remarcó Becca—, comparado con los lugares donde se nos permite pasar el tiempo. No me gustaría que te castigaran por intentar volver a él.

—Prometo portarme bien —dije, esbozando una sonrisita falsa.

Becca metió el diario entre el escote de su sostén y se acomodó muy bien el vestido.

—¿Notas algo distinto? —preguntó con las manos recargadas en donde se suponía que debía estar su cintura.

—Absolutamente nada. Con este vestido, podríamos escondernos todos los tomos de la historia del mundo y nadie notarían que están ahí.

Becca sonrió conforme.

Salimos de la celda y en pocos minutos llegamos a una de las galerías lúgubres del castillo.

—Es una buena señal que la mayoría de las antorchas estén apagadas —observó Beca, mientras se internaba en las sombras—. Eso significa que las cuidadoras no planean pasearse por aquí. Aunque, es verdad que tienen un talento para caminar en la oscuridad sin hacer ni un solo ruido y pararte el corazón cuando aparecen de pronto frente a ti.

Becca se movía a hurtadillas, con la habilidad de un ratoncillo de campo, sorteando cada obstáculo de la gran galería, mientras yo me tropezaba con el borde de cada roca que sobresalía del suelo.

—¿Cómo has logrado sobrevivir todo este tiempo, Becca?

—Creo que la vida me entrenó por años para este momento —contestó con un susurro triste.

—¿A qué te refieres?

—Tenía nueve años cuando murió mi abuela. Ella era mi única familia. —Soltó un suspiro melancólico—. A partir de ese momento mi vida no volvió a ser la misma. Servicios sociales me movía de una casa de acogida a otra, en ocasiones más de tres veces en el mismo año; todas ellas horribles y crueles. Mis padres temporales siempre me regresaban a la oficina principal cuando pagaban sus deudas, porque claro, recibían un cheque por cada huérfano que fingían cuidar. Aquí todo es más de lo mismo. Más maltratos, más abandono, más oscuridad y más... muerte.

Carne y Sangre #PGP2024  #PTR 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora