12. El hijo pródigo

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Seth entró al Gran Comedor con el porte de un dios de la guerra, magnifico y deslumbrante.

Me costó un esfuerzo sobrehumano no resbalar mis ojos por su cuerpo perfecto, que ahora vestía con la elegancia de un lord de otra época. La camisa negra y los pantalones de cuero del mismo color se abrazaban a sus músculos impenetrables. Sus facciones de cazador parecían más profundas, agresivas, dándole la apariencia de un león imponente de melena negra.

Los suspiros de las chicas no tardaron en hacerse escuchar a lo largo y ancho del Gran Comedor. Sus cuchicheos me obligaron a arrancar mi vista furiosa de sus músculos para clavarla en Becca, que al igual que todas, había olvidado que su piel seguía desnuda.

Las chicas se arremolinaron en torno a aquellos dioses, rogando porque las hicieran suyas ahí mismo.

Estuve a punto de arrancarme las orejas cuando escuché la voz de Becca entre el tumulto, haciendo el mismo pedimento. Aquella no era la chica prudente que yo conocía. Algo andaba mal con todo ese circo. Sus mejillas acaloradas y esa mirada deseosa me recordaron la forma en la que yo misma había mirado a Cristopher en nuestro primer encuentro.

Seguía pareciéndome irrefutablemente atractivo, no más que Seth, claro estaba, pero parecía que ahora era capaz de resistirme a su belleza.

Aproveché el momento de euforia para arrastrarme hasta mi vestido y el resto de mi ropa. Cubrí mi cuerpo y limpié mi rostro ensangrentado con la horrible tela. Las manchas de la sangre de Seth se ocultaron debajo de las mías, como si la última hora de nuestras vidas jamás hubiera ocurrido.

—Déjenlo respirar, señoritas —dijo Cristopher con un tono jovial—. ¿Qué ha pasado con sus modales? No queremos que el joven Seth Malak se aburra de ustedes demasiado pronto.

Cristopher jugueteó con un par de pechos y la chica a la que le pertenecían soltó una risita traviesa. Miré a mi alrededor en busca de un balde para vomitar.

—Encantadoras. —Seth dedicó una deslumbrante sonrisa al grupo desnudo frente a él, aunque sus ojos apagados, que yo recordaba brillantes y amables, no parecían del todo interesados.

O eso era lo que yo quería creer.

—Vamos a celebrar el regreso del hijo pródigo como los grandes reyes que una vez vivieron en este castillo. !Con putas y mucho sexo! . —Cristopher señaló al séquito; su rostro encendido no podía ocultar la felicidad—. Drusila, Freda, Áganon, preparen los aposentos del Ala Norte para mi querido hermano. Después de todo este tiempo necesitará ejercitar su hombría, y aquí hay señoritas de sobra que estarán encantadas de complacerle.

Cristopher le guiñó un ojo a su hermano y este se limitó a sonreír en respuesta mientras el séquito de brujas salía del comedor, lanzando miradas recelosas sobre sus hombros, en dirección a Seth.

Observé a ese par entre el mar de senos y muslos sin entender qué demonios estaba pasando con todas las chicas.

—Escoge, hermano mío —dijo Cristopher con un ademán—. Que yo ya he escogido quién atenderá mis necesidades matutinas.

Cristopher me lanzó una mirada sugerente, a la que yo respondí con otra horrorizada.

Seth no respondió, en su lugar, deslizó la vista sobre la superficie del largo comedor donde los cuencos con el desayuno seguían intactos y después por el reguero de vestidos y ropa interior.

—Creo que deberíamos permitir que las señoritas se vistan y coman algo, o la diversión va a terminar mucho antes de que puedas sacarte tus miserias del pantalón.

La carcajada sonora de Cristopher retumbó en los tablones que cubrían los amplios ventanales.

—¿Mis miserias? Lucy se asustó al ver qué tan grande y ancha era mi espada, sin mencionar mis...

Carne y Sangre #PGP2024  #PTR 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora