6. Las elegidas

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—¡Despierta!

La voz aguda de Grettell me alejó de un sueño que me había acelerado el ritmo cardiaco. Aunque su insistencia ya me había despertado, no me moví, no quería abrir los ojos y aceptar que seguía atrapada en el castillo.

—¿Crees que haya muerto?

—¿Nunca dejas de pensar en otra cosa que no sea la muerte, Grettell?

Escuché los pasos enérgicos de las chicas, acompañados por sus parloteos excitados al pasearse por el corredor.

¿Pero qué demonios las había animado tanto?

—No he muerto, Grettell, pero gracias por preguntar —respondí, con una voz ronca mientras me estiraba por lo ancho y largo del colchón.

Pude escuchar el suspiro de profunda decepción que Grettell soltó al pie de la cama.

—Levántate, Lucy —dijo Becca, con apremio—. Tenemos que bañarnos.

—¿Qué les pasa a todas esta mañana? —pregunté al ponerme en pie y escuchar una carcajada sonora proveniente de la celda contigua.

—Es por Lord Cristopher.

Becca puso los ojos en blanco.

—Es tan molesto que lo llames así.

—Las cuidadoras lo llaman así, Becca. Es por respeto.

—¿Respeto? —Arqueé una ceja—. ¿Por un chico que participa en una red de desaparición de personas? Ustedes están más locas que yo.

—Sé cómo suena, Lucy. Ni siquiera yo lo entiendo. —Algo en los ojos de Becca brilló con intensidad—. Es solo que ese chico tiene algo que...

—Lord Cristopher lo tiene todo y punto —interrumpió Grettell, con unos ojillos soñadores—. Apúrate, Lucy. No tenemos todo el día.

—¿Qué tiene que ver el tal Cristopher en todo este alboroto? —le pregunté a Becca al salir de su celda.

Las chicas seguían parloteando mientras sonreían y se compartían secretos al oído, para después volver a soltar risitas estúpidas que retumbaban en el techo abovedado.

—Cristopher viene a Bloodrock cada mes. Si logras verlo te puedes considerar muy afortunada. Él es demasiado... atractivo. —Los bonitos ojos de Becca volvieron a iluminarse—. Es el único día en el que las cuidadoras no nos vigilan porque ellas y la directora se reúnen con él. Y también es el único día en el que visita a sus elegidas.

—¿Elegidas? —pregunté, recordando que Grettell ya lo había mencionado antes.

Detuvimos la conversación cuando me quedé plantada con los ojos muy abiertos al llegar al cuarto de baño comunal. No había cortinas, ni divisiones, ni toallas para secarnos, sólo cuatro paredes de roca negra, ocho regaderas encajadas en el techo y unas barras de jabón sólido sobre el suelo.

—Cristopher escoge a un par de chicas de vez en cuando —replicó Becca, atravesando el umbral quemado—. Nadie sabe qué hace con ellas cuando se las lleva...

—Qué importa qué hace con ellas. Deberían considerarse afortunadas.

—No me interrumpas, Grettell. —Becca parecía a punto de perder la paciencia—. Estar en el club te da beneficios, como que las cuidadoras lo piensen dos veces antes de golpearte. Cristopher tiene una predilección por la belleza y no le gusta que las cuidadoras estropeen las bonitas caras de las chicas con la vara.

—O con el látigo —volvió a interrumpir Grettell. Dejó caer su vestido al suelo; debajo de él, nada cubría sus partes íntimas. Cree una pantalla con mi mano para no ver su cuerpo huesudo.

Carne y Sangre #PGP2024  #PTR 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora