Chapter 18: XVIII
XVIII
—Me duele... todo murmuró Euphemia, sintiendo cómo Gabriella la movía para que se despertara.
El día anterior había sido horrible. El entrenamiento intensivo de Flint se había convertido en una tortura física, dejando a Euphemia con un cuerpo dolorido y maltrecho. Cada hueso parecía crujir ante el más mínimo movimiento, y las secuelas del duro entrenamiento eran evidentes: un ojo ligeramente hinchado, un labio con una cicatriz notable.
No quería levantarse, enfrentar el día o incluso ir al gran comedor. La idea de moverse le resultaba abrumadora, y aunque podría ser etiquetada como floja, para ella era más que eso; se sentía al borde del colapso. El simple acto de abrir los ojos parecía una tarea monumental, y el deseo de quedarse inmóvil y evitar todo era más fuerte que cualquier otra motivación.
La pregunta de Euphemia sobre si aquello podría considerarse maltrato infantil resonaba en su mente. La línea entre un entrenamiento riguroso y un trato inhumano parecía borrosa, y sus pensamientos se sumían en la confusión y la incomodidad.
—No has comido nada desde ayer en el almuerzo —suspiró Pansy—. Te traeré algo, pero luego no te quejes de que no te gusta.
Mientras Pansy Parkinson se ocupaba de arreglar su túnica frente al espejo, Gabriella se encontraba sentada al pie de la cama de Euphemia, observándola fijamente. Aunque Euphemia no podía comprobar visualmente la mirada de Gabriella debido a que mantenía los ojos cerrados, sí sentía la intensidad de esa observación sobre ella.
—No lo haré —respondió Euphemia, esbozando una sonrisa forzada que mostraba todos sus dientes.
Pansy rió.
—Eres toda una incógnita, Potter —comentó Gabriella, comenzando a hacerle cosquillas en los pies.
Euphemia reaccionó de inmediato, comenzando a patear en dirección a Gabriella. No resistía las cosquillas, y eso era evidente.
—¡Para! —gritó.
Le dolía reírse; su estómago estaba morado por algunos moretones, y la risa, aunque sonara fácil, le causaba dolor por los golpes que se dio. Cada carcajada era como un recordatorio punzante de la intensidad del entrenamiento de Flint y la resistencia física que había exigido. Aunque la risa solía ser liberadora, en ese momento se convertía en una experiencia agridulce marcada por las huellas del esfuerzo y el sacrificio en el campo de juego.
—Bien, ¿luego nos contarás qué sucedió con Flint? —preguntó Gaby, levantándose.
—Sí... cuando regresen les diré —asomó la cabeza—. Pero ni una palabra a Harry.
Las dos chicas se miraron mutuamente. ¿Harry?
—¿Por qué le diríamos al rajado? —se volteó Pansy.
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Un amanecer contigo (Hermione Granger)
Teen Fiction¿Harry Potter tiene una hermana melliza?