Maldito espejo

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Chapter 22: XXII

XXII

No podía conciliar el sueño, no con Hermione en sus pensamientos. Cada vez que cerraba los ojos, su rostro aparecía frente a ella, iluminando incluso la más oscura de las noches. La necesidad de expresar lo que sentía la consumía, pero ¿cómo podía siquiera comenzar? Las palabras parecían jugar a esconderse en las esquinas de su mente, negándose a salir y formar frases coherentes.

Suspiró, resignada pero decidida a hacer algo al respecto. Había intentado escribir una carta, una simple carta que transmitiera todo lo que Hermione provocaba en su corazón, pero cada intento parecía insuficiente. Se sentía como si estuviera tratando de atrapar el viento con las manos desnudas.

Era extraño, se dijo a sí misma, cómo alguien podía afectarla de esta manera sin siquiera darse cuenta. No sabía mucho sobre Hermione, solo lo básico, y ahora se daba cuenta de que ni siquiera conocía su color favorito. Una sensación de melancolía la invadió al enfrentarse a ese detalle, pero estaba decidida a cambiarlo. A partir de ahora, haría todo lo posible por conocer cada pequeño detalle de la vida de Hermione, sin hacerla sentir incómoda, por supuesto.

El pergamino frente a ella permanecía en blanco, como un lienzo esperando ser llenado con las palabras correctas. "Para Hermione Granger, De Euphemia Potter", decían las pocas líneas que había logrado escribir. ¿Debería expresar lo importante que era Hermione para ella? ¿O tal vez recordar algunos momentos compartidos, esos momentos que atesoraba en lo más profundo de su ser? Porque sí, Hermione la hacía sentir viva de una manera que nunca había experimentado antes.

Se dejó caer de espaldas en su cama, dejando que la frustración la abrumara por un momento. ¿Podría encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que Hermione significaba para ella? ¿Podría decirle que en sus ojos veía un destello de esperanza, que su sonrisa era capaz de iluminar hasta el más oscuro de los días? Que los hoyuelos en sus mejillas le provocaban un cosquilleo en el estómago, y que cada vez que Hermione estaba cerca, su corazón parecía querer salirse de su pecho.

No, eso no sería apropiado, se dijo a sí misma, aunque en su interior anhelaba poder expresar esos sentimientos sin miedo al rechazo. Por ahora, seguiría buscando las palabras perfectas, las que pudieran transmitir la intensidad de sus emociones sin sonar demasiado atrevidas. Porque, aunque Hermione no lo supiera, ella era el centro de su universo, la luz que iluminaba incluso las noches más oscuras. Y aunque fuera difícil de expresar, eso era algo que no podía negar.

Euphemia se giró en la cama, sintiendo cómo las sábanas se enredaban alrededor de ella, reflejando el caos de sus propios pensamientos. ¿Qué podía decirle a Hermione sin revelar demasiado de lo que realmente sentía? ¿Cómo podía transmitirle lo especial que era para ella sin arriesgar su amistad o, peor aún, hacerla sentir incómoda?

Cerró los ojos, tratando de recordar cada detalle de Hermione, como si fuera a encontrar la respuesta en algún rincón de su mente. Recordaba la forma en que su risa llenaba una habitación, haciéndola sentir como si estuviera flotando en una nube de felicidad. Recordaba la forma en que sus ojos se iluminaban cuando hablaba de algo que le apasionaba, y cómo su determinación inspiraba a todos a su alrededor.

De repente, una idea brilló en su mente como un rayo de luz en la oscuridad. ¿Y si simplemente le escribía a Hermione sobre lo mucho que la admiraba? Podía contarle cómo su inteligencia y valentía la habían inspirado a ser una mejor persona, sin revelar demasiado sobre sus propios sentimientos. Podía elogiarla por su dedicación y su firmeza de carácter, sin tener que mencionar lo mucho que la hacía temblar con solo una mirada.

Un amanecer contigo (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora