El Caos de los Regalos Navideños

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Chapter 21: XXI

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Chapter 21: XXI

XXI

—¡Euphemia! —gritó Pansy, su voz resonando por los pasillos del castillo como un eco retumbante en busca de su amiga perdida en el caos del día a día—. ¿Dónde demonios te metis...? Oh... tú.

Pansy se detuvo en seco, como si hubiera chocado contra una pared invisible, cuando vislumbró a Granger al lado de Euphemia. La escena era digna de una telenovela: dos jóvenes, una Potter y una Granger, juntas, con las manos entrelazadas. Pansy parpadeó varias veces, preguntándose si necesitaba un par de anteojos. ¿Acaso sus ojos le estaban jugando una mala pasada o la realidad era más estrafalaria de lo que imaginaba?

—Ah, Granger, hola —saludó Gaby, estirando su mano con la elegancia de una dama de la alta sociedad—. ¿Cómo estás?

Hermione tosió nerviosamente, intentando recobrar la compostura que la situación amenazaba con arrebatarle. No era fácil mantenerse serena cuando te encontrabas en medio de puristas de sangre.

—Hola, ¿Nott? —dijo Hermione, dudosa—. Veníamos de...

—Del lago —interrumpió Euphemia, con una sonrisa—. Estábamos leyendo un libro, sí.

—¿Un libro? ¿Qué libro? ¿Puedo verlo? —apareció Draco, emergiendo de la penumbra como un espectro con aires de curiosidad insaciable—. ¿O nos estás mintiendo?

—Pff, claro que no, rubia —replicó Euphemia con una pizca de picardía en sus ojos esmeralda—. Y son muchas preguntas que responder...

Draco dirigió una mirada penetrante hacia Hermione, decir que la detestaba era poco. Se preguntaba qué había visto Euphemia en ella. Era una sangre sucia.

—Hola... muggle —saludó Draco, fastidiado. Con un insulto atorado en la garganta.

Hermione bajó la mirada, sintiendo el peso de la etiqueta despectiva que Draco le había arrojado como si fuera un saco de papas podridas.

—Draco —llamó Euphemia con un tono que sugería una advertencia velada.

Malfoy suspiró, resignado a retirarse del lugar en compañía de Pansy.

—Theo y Blaise ya están en el comedor, te esperamos allí —se despidió Draco.

—Creo que... debería ir con ellos, Euphie —dijo Gaby con un gesto de disculpa hacia Hermione, como si estuviera abandonando a una pobre alma en apuros frente a una manada de lobos hambrientos—. Un gusto volver a verte, Granger.

Y así, Gaby siguió la misma dirección que los chicos de Slytherin, dejando atrás a las dos pequeñas jóvenes.

—Me odian, ¿verdad? —preguntó Hermione, con un dejo de tristeza en su voz.

—¿Eh? No... no te odian —respondió Euphemia con sinceridad, frunciendo el ceño con confusión—. No comprendo qué les sucede a veces.

—Creo que sé por qué me odian —añadió Hermione, con la resignación pesando como una losa sobre sus hombros—. ¿Tú no lo sabes?

Un amanecer contigo (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora