Querido hermanito

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Chapter 25: XXV

XXV

Los hermanos Potter, acompañados de Ron y Hermione, corrían por los pasillos. Ambos con dos pensamientos distintos.

Por un lado, Harry buscaba a Dumbledore, para pedirle ayuda. Estaba decidido a descubrir la verdad detrás de los misterios que los rodeaban y sabía que el director de Hogwarts sería su mejor aliado en esa búsqueda. Por otro lado, Euphemia intentaba encontrar a Snape, para decirle lo que descubrió y que Harry desconfiaba de él

—¿Dónde queda el despacho del profesor Dumbledore? —preguntó Harry, luego de correr unos minutos. Nadie respondió, Euphemia mordía levemente su labio, ansiosa.

—Harry —llamó—. Debo irme, quedé con Draco para verlo —se excusó. Su hermano la miró, al igual que Hermione, pero él frunció el ceño, sintiendo que ella mentía.

—¿Con Draco? —cuestionó Harry.

—Sí, con Draco —respondió.

Harry suspiró.

—Está bien, pero Effie —dijo Harry—. Esta noche, búscame en el tercer piso, es fin de semana así que la capa es tuya —le extendió la capa de invisibilidad, la cual Euphemia agarró.

—Te buscaré en el tercer piso esta noche —repitió Euphemia, Harry asintió. Se despidió con un abrazo ligero a su hermano y un apretón con Ronny. Pero al llegar hasta Hermione, sintió aquella sensación nuevamente, aquellas mariposas extrañas.

—Nos vemos, Mione —dijo Euphemia, acercándose a su cachete, y le dio un beso de despedida. Hermione sonrió, un gesto cálido que hizo latir más rápido el corazón de Euphemia.

Tan pronto como lo hizo, salió corriendo por dos razones: nervios y porque debía buscar a Snape.

Mientras corría, no podía sacarse de la cabeza el rostro sonriente de Hermione, ni la sensación de calor que le había dejado ese simple gesto de afecto. Era una confusión que había estado sintiendo cada vez más a menudo en presencia de su amiga, pero que aún no había tenido el valor de enfrentar ni siquiera ante sí misma.

Corrió hasta el salón de pociones donde suponía que estaría Snape. Y como lo pensó, ahí estaba, alistando sus cosas. Euphemia contuvo la respiración por un momento antes de acercarse.

—Profesor —dijo Euphemia, su voz resonando con más firmeza de lo que esperaba.

Snape dejó las cosas por un momento y giró su cabeza, viendo a la pequeña Potter detrás suyo. Su mirada oscura la evaluó con una mezcla de curiosidad.

—Buenas tardes, señorita Potter —saludó Snape con una voz que parecía arrastrar consigo el eco de un susurro siniestro—. ¿Se puede saber qué hace aquí?

Euphemia tragó en seco, consciente de la importancia de sus palabras.

—Mi hermano desconfía de usted —dijo directamente—. No comprendo sus motivos o por qué piensa así, pero quiero entenderlo porque yo confío en usted, profesor, y quería saber...

Snape frunció el ceño, esperando que Euphemia continuara.

—Quería saber si usted tiene algo que ver con la piedra filosofal —dijo, decidiendo abordar el tema con franqueza.

—¿Cómo sabe sobre la piedra? ¿Y por qué piensa que yo tengo algo que ver con eso? —preguntó Snape, sus ojos penetrantes fijos en la joven Potter.

—No pienso que usted tenga algo que ver con eso —murmuró Euphemia—. Pero usted fue el que le entregó el dragón a Hagrid, ¿cierto?

Snape la miró con una expresión imperturbable, pero algo sorprendido.

Un amanecer contigo (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora