Misteriosa Correspondencia

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Chapter 3: III

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Chapter 3: III

III

— Vi un ave por la ventana, parecía que iba a enloquecer — Euphemia se sentó frente a Harry. Ambos se encontraban en la alacena debajo de la escalera.

— ¿Un ave?... Podría haber sido una paloma, pero es algo irrelevante.

— ¿No te gustaría ser como aquellas aves? ¡Piénsalo! Son seres magníficos, libres de si ¡Y pueden ir a cualquier parte! — la emoción se hizo presente en Euphemia, su hermano por otro lado la miraba curioso —. Bueno, no todos tenemos una ambición tan grande como la libertad, supongo... — su mirada decayó.

— No quise dar a entender eso, Effie. Simplemente... No creo que sea muy importante un ave en estos momentos.

Ambos Potter se encontraban castigados, sin poder salir, ni poder comer por aproximadamente tres días. La razón era estúpida, ante el pensamiento de Harry.

— Sigo sin creer que nos castigaron, porque le dije ogro a Dudley — bufó.

— No pueden aceptar las verdades — rio Harry.

— Tu también eres un ogro, Harrito — el nombrado la miro mal —. Pero mi ogro favorito.

— Compartimos sangre, si yo soy ogro ¿Tú que eres? — Euphemia lo miraba fijamente —. Déjame pensar.... ¡Una bruja!

Su hermana lo miraba incrédula, ¿Acaso tenía cara de vieja, con arrugas y una verruga cerca del labio? ¿O acaso tenía cara de comer niños? Si fuera Dudley, lo pensaría.

— ¿Una bruja? — Harry asintió —. ¿En serio? — Volvió a asentir —, ¿tan horrible me veo?

El Potter mayor sonrió y corrigió — No, no tanto como Dudley.

Aquella conversación parecía más una discusión de que tan feo es Dudley. Ambos hermanos no recordaban ningún momento en que el hijo de los Dursley los haya tratado bien.

— No sé qué hacer... —murmuró Harry, notoriamente aburrido — ¿Y si jugamos a adivinar el númer...

Harry no puedo acabar, debido a un gruñido, proveniente de Euphemia, más específicamente, su estómago.

— Diablos...

Euphemia sobaba su estómago, esperando algún milagro divino para que dejara de sonar. No había comido desde ayer en la noche. Aquella rebanada de pan robada de la cocina, fue un deleite.

Eran las doce de la tarde, se podría decir que es la hora habitual donde los muggles suelen almorzar. Sin embargo, los Potter sabían que ese momento no llegaría para ellos.

— Debiste quedarte callado, Harry — Euphemia ahora jugaba con sus dedos.

— ¿Cómo? — preguntó confundido.

Un amanecer contigo (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora