El bosque prohibido

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Chapter 23: XXIII

XXIII

El susurro del viento nocturno envolvía a Euphemia mientras avanzaba con pasos cansados. La oscuridad se cernía sobre ella como un manto pesado, haciendo que cada árbol pareciera un espectro acechante en la penumbra. ¿Cómo demonios fue que terminó castigada? Se preguntó, dejando que la amargura se deslizará en su voz interna.

McGonagall los había enviado a sus camas con una mirada severa, pero Filch, el insidioso conserje, había aparecido oportunamente cuando se estaban retirando, dando la idea a la profesora de que debería llevarlos al bosque prohibido. Euphemia maldijo en silencio mientras recordaba ese momento, preguntándose cómo podía ser tan inoportuno el destino.

Cada paso que daba era un esfuerzo, sus pies apenas levantaban del suelo, pesados con el agotamiento y la frustración. ¿Por qué tenía que pagar un castigo en este lugar inhóspito, en medio de la noche y el peligro? Draco, a su lado, caminaba en silencio, evitando incluso cruzarle una mirada. Euphemia frunció el ceño, preguntándose qué pensaría él de toda esta situación.

Draco podría haberse quedado callado, quizás haberle regañado en privado una vez en la seguridad de la sala común, pero no, el rubio había decidido acudir a McGonagall con su gran idea. ¡Qué magnífica idea!

Euphemia rodó los ojos con exasperación mientras observaba a su hermano caminar junto a Ron y Hermione, quienes iban adelante.

—En mis tiempos... los castigos eran más severos. Esto es un insulto —gruñó Filch, avanzando al frente del grupo.

Hermione frunció el ceño con indignación, manteniendo un silencio frío hacia sus amigos. Ron y Harry, por su parte, lucían aterrados ante la perspectiva de lo que les esperaba.

—Maldito calvo, ¿qué le costaba no aparecer? —murmuró Euphemia, finalmente captando la atención de Draco, quien volteó hacia ella con una mirada de disculpa.

—Lo lamento —se disculpó el rubio, buscando las palabras adecuadas—. Ahora estamos aquí por...

—¿Tu culpa? Creo que sí —interrumpió Euphemia con sarcasmo, dejando que su frustración se filtrara en cada palabra.

Draco se mordió el interior de la mejilla, sintiendo el peso de su error

—Entiendo, hasta yo estaría enojado contigo si lo hubiera hecho —admitió, metiendo las manos en los pliegues de su túnica—. Solo... no quiero que estemos así por culpa mía. Temía que algo te sucediera.

Euphemia suspiró, sintiendo la tensión entre ellos.

—Solo... no es por ti mi enojo—respondió la pelirroja, cruzándose de brazos en un gesto defensivo—. Sé que quizás te preocupé con lo que hice, pero... —lo miró fijamente, buscando transmitir su mensaje con claridad— no me va a ocurrir nada, Draquito. No a mí.

Malfoy abrió ligeramente la boca, asimilando las palabras y formulando un silencioso "lo sé, Euphie".

Euphemia avanzaba a la par de Malfoy, su expresión decidida contrastaba con el ligero temblor que Hermione apenas podía ocultar. El viento susurraba secretos antiguos entre las ramas y hojas que crujían bajo sus pies. Con cada paso, el aire se cargaba más, tejiendo una tela de silencio inquietante.

Hermione, siempre dedicada y estudiosa, apenas lograba contener su nerviosismo. Aunque ambas brillaban en sus estudios, siempre era ella quien alcanzaba el primer puesto. A Euphemia no le importaba competir por ese título, pero ansiaba que reconocieran que era mucho más que una simple "Potter". Poseía habilidades y potencial únicos, más allá de cualquier comparación.

Un amanecer contigo (Hermione Granger)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora