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Era un restaurante pequeño, pero estaba totalmente lleno

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Era un restaurante pequeño, pero estaba totalmente lleno. Taeyang devoraba la carne que tenía en su plato mientras respondía las preguntas de su compañero.

―¿Se enfadó porque no fui?

―No.

―¿La clase fue bien? ¿Se lo pasó bien?

―Estupendamente. ―Minho se calmó un poco y continuó con su comida. ―Una cosa... ¿te gusta ese chico?

¿Qué si me gusta? Si supieras las cosas que pasan por mi cabeza me harías otras preguntas muy distintas.

―Es buen chico.

―¿Pero vas a salir con él? Porque a él le gustas.

―¿Tienes cinco años? Esas cosas son para niños.

―Vale, perdona. Pero si a ti no te interesa, a mi sí. ―Minho casi saca toda la bebida por la nariz, pero Taeyang no pareció darse cuenta. ―No he tenido una relación duradera desde lo nuestro, pero ese chico tiene algo, no sabría decirte. El caso es, que no me importaría intentarlo con él. Creo que lo llamaré un día de estos.

―Haz lo que quieras.

¿En qué pensabas Lee? Acabas de lanzar a Taeyang sobre tu Jisung. Le has dejado el camino libre. Y seguro que él va a por todas, no se andará con rodeos y jueguecitos, no, seguro que se emborracha y se lanza a sus brazos, como hizo contigo.

Tengo que mover ficha, tengo que hacer algo rápido. No puedo esperar hasta el miércoles. Sé donde vive, pero... no puedo ir hasta allí y hacerme el loco. Y esperarlo hasta que pase por allí sería raro también. No, volveré al parque. Cuando se lesionó Jeongin era un sábado por la mañana, quizás prefiere correr por las mañanas. Yo siempre he ido por las tardes. Decidido. Este sábado iré temprano y te encontraré.

Dicho y hecho, ese sábado desde antes que saliera el sol, Minho ya estaba en el parque con sus perros. Le había dado tiempo a dar unas cuantas vueltas con sus perros atados, luego los había dejado sueltos un buen rato y ahora volvía a tenerlos amarrados a su cinturón.

Tenía el libro en la cara, pero no lo estaba leyendo. Era para disimular que buscaba a alguien.

Después de llevar horas allí por fin lo vio. Venía corriendo hacia él. Era su oportunidad de encuentro perfecta. Sin que nadie se diera cuenta soltó la correa de su perro más grande y cariñoso.

―A por él Buru.

El perro salió corriendo y se echó encima del maestro. Comenzó a lamerle y a diferencia de lo que el profesor pensaba, Jisung se echó a reir y le siguió el juego al perro. Esa risa le encantó, era amplia, limpia, inocente. Minho pensaba que lo iba a asustar, pero en vez de eso acabó tirado en la hierba riéndose.

―¡Buru, ven! ―el perro obedeció y Jisung pudo ponerse otra vez de pie. ―No se preocupe, están bien entrenados.

―Pues este casi me come a lametazos. ¿Son todos suyos?

Profesores #2 ; MinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora