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Abrió los ojos con cuidado

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Abrió los ojos con cuidado. El sol le daba directamente en la cara, calentándosela. Se apartó de sus rayos y se fijó mejor en la posición en la que se encontraba. Jisung lo abrazaba con un brazo sobre su pecho y la cabeza hundida en él.

Otro rayo de sol se posaba sobre su pelo. Ojos cerrados, relajados, su boca, entreabierta y lo más tierno, su cabello dejándose caer por su frente. La mejor parte de la mañana, acercar sus dedos y rozarle suavemente para apartar esos mechones de su frente, dejando a la vista esa hermosa cara.

Un momento de ternura, de calidez que llenaba el pecho del mayor. Era su escena favorita, sus instantes de felicidad máxima. ¿Cómo un gesto tan simple podía llenarle tanto el corazón?

Hizo el amago de levantarse pero los brazos de Jisung ejercieron una fuerza contraria, arrastrándolo con él. Le devolvió el abrazo y le besó por toda la cara y el cuello.

El maestro seguía con los ojos cerrados profiriendo sonidos que le indicaron que esos mimos le gustaban. Ambos tenían una erección mañanera y eso no se quedaría ahí.

Pasó de besarle el cuello a mordérselo, al principio con cuidado y luego más fuerte. Jisung dejó salir un gemido, pero no abrió los ojos. Minho abandonó su cuello para bajar y rodar su lengua, sus labios por ese cuerpo desnudo y caliente. Su desayuno preferido.

Se colocó entre sus piernas y besó sus muslos. El profesor se estremeció. Si trataba de hacerse el dormido lo hacía muy mal. Pero a Minho le gustó el juego, quería comprobar hasta cuándo aguantaría sin moverse, dejándose hacer, sin abrir los ojos.

Con una mano comenzó a masturbarle sin dejar de besar y mordisquear sus muslos. Ya estaba húmedo y muy duro antes siquiera de tocarle. Extendió todo el líquido por la punta, despacio, recreándose, haciendo círculos con su dedo gordo. El maestro arqueó la espalda y gimió más fuerte mientras temblaba de gusto.

Dejó su pierna y recorrió con su lengua desde la base hasta la punta y jugó allí con ella. Jisung gimió más fuerte. Sus gemidos le ponían muy cachondo. Continuó lamiéndosela y metiéndosela hasta que consiguió la atención que buscaba.

―Pa-para, o sino me corro ―dijo el maestro.

―¿Y no quieres?

―Quiero, pero contigo.

Tenía la mano mojada de la saliva y la humedad de la paja que acababa de hacerle, y la aprovechó para introducirle sus dedos y lubricar esa parte un poco. Se incorporó y se la puso en la entrada empujando un poco, solo un poco.

Jisung estaba ansioso, lo veía, lo sentía. Su interior lo llamaba a gritos, pero pensaba hacerle esperar, hacer que se revolviera y todo su cuerpo acabase suplicándole que se la metiera.

Introdujo un poco más y Jisung echó la cabeza hacia atrás dejando salir un grito. Quería hacerle espera, pero la verdad es que era él el que no podía esperar más. Empujó más fuerte y acabó metiéndola entera, quedándose unos segundos dentro, sin moverse, adaptándose a su interior, caliente y húmedo abrazándole.

Profesores #2 ; MinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora