29

133 18 0
                                    

Tenía que encontrar algo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tenía que encontrar algo. Alguna pista. Si Bangchan había intervenido y le había hecho algo a Jisung entonces todo lo que había ocurrido tenía una explicación. Y eso suscitaba otras preguntas... ¿Qué le había dicho? ¿Qué le había hecho?

De momento debía despejar su mente y encontrar respuestas. Esa noche Bangchan iba a celebrar algo con otros hombres como él, quizás sus amigos, si es que tenía. Era su oportunidad.

Regresó al hotel, pero se dio cuenta de que uno de los guardaespaldas lo seguía. No se molestaba mucho en ocultarlo. Si lo tenía pisándole los talones no podría hacer nada.

Entró en la habitación y pensó un plan. Era evidente que a Bangchan no le iba a sonsacar nada, pero en su habitación seguro que guardaba algo. Se pasaron un mes en Los Ángeles y pasarían ese mismo tiempo o incluso más en Nueva York, así que tenía que llevarse sus documentos y sus cosas consigo.

Necesitaba la tarjeta de la habitación. O una copia. El personal de limpieza lleva una tarjeta con la que pueden entrar en todas las habitaciones. Podía tomarla "prestada" y devolverla luego sin que nadie se diera cuenta, pero primero habría que darle esquinazo al matón que vigilaba su puerta.

Se puso una sudadera con capucha negra y por encima otra parecida pero de color azul y salió. El guardia lo siguió. Caminó rápido por las calles entre la multitud, notaba que al gorila le costaba seguirle el ritmo, era demasiado ancho como para pasar cómodamente entre la gente.

Cuando lo perdió de vista se quitó la sudadera y se la dio a un chico. Le dijo que caminara rápido con ella puesta y le soltó varios billetes. El chico aceptó y Minho volvió sobre sus pasos. El matón pasó por su lado sin percatarse de que seguía a la persona equivocada.

De vuelta en el hotel enseguida localizó a una mujer con un carrito de limpieza en su misma planta. La mujer entró en cuarto y Minho examinó el carrito.

Llevará la llave encima... Mierda...

Se quitó la sudadera y la camiseta que llevaba por debajo, quedando semidesnudo y se tiró al suelo haciendo mucho ruido, fingiendo que había tropezado con el carro. La mujer salió asustada de la habitación.

*Conversación en inglés*

―¡Oh Dios mío!, ¿está usted bien?

―Sí, sí... pero... necesito un poco de ayuda

La mujer se sonrojó y le tendió la mano. Minho distinguió en su bolsillo una forma cuadrada.

Bingo.

Sujetó su mano y al incorporarse se dejó caer sobre la mujer, con un rápido movimiento le cogió la tarjeta del bolsillo y la escondió en el suyo.

―Oh lo siento, soy tan torpe.

―No, no se preocupe, puede caerse en mis brazos cuantas veces quiera.

―Es bueno saberlo.

Le sonrió y se marchó, girando el pasillo estaba su objetivo. Volvió a ponerse la camiseta y la sudadera y utilizó la tarjeta en el cuarto de Bangchan. Funcionó. Encendió las luces. El único objeto personal que se veía a simple vista era un portátil sobre el escritorio.

Minho examinó los cajones, de las mesillas y el armario, la caja fuerte estaba cerrada. Se sentó en el escritorio y encendió el ordenador. Contraseña. Rebuscó por los cajones. Nada. Hizo algunas pruebas al azar, pero no funcionaron.

Si fuera Bangchan... ¿dónde escondería una contraseña? Lo más inteligente es recordarla y listo, pero... si la cambia constantemente por seguridad... quizás la tenga con él en un papel en su bolsillo... ¡Bolsillo claro!

Volvió al armario y buscó por los bolsillos de las chaquetas. Encontró un papel con cuatro dígitos escritos. Se le ocurrió que debían ser de la caja fuerte. Los probó. No, no eran de la caja fuerte, entonces...

Los introdujo en el portátil y accedió. Demasiado fácil. Documentos, contratos, fotos. Muchas fotos. Fotos de gente en concreto. Parecían sacadas desde lejos. Parecían algo incriminatorias. Dos hombres besándose en un aparcamiento, una mujer encima de un señor con el pelo blanco, el mismo hombre en el parque con otra mujer y un niño pequeño.

Las revisó todas, eran muchas, pero en ninguna aparecían ni él ni Jisung ni nada que tuviera relación con ellos. De todas formas sacó su pendrive y copió todas las fotos y archivos, por si acaso. Y salió de la habitación.

Pasó por donde había estado la mujer de la limpieza y dejó la tarjeta en el suelo para que pensara que se le había caído y regresó a su cuarto.

Hay algo extraño, siento que me falta algo... Pero no había nada sobre ti allí. ¿Fue una esperanza vacía? ¿Qué debo hacer?

Al día siguiente llamaron a golpes a la puerta. Minho abrió y los guardaespaldas de Bangchan lo sujetaron y lo pusieron contra la pared.

―Hasta ahora te portaste muy bien Minho. Dame lo que cogiste de mi ordenador.

Minho no dijo nada, los fortachones le hacían daño en los brazos. Le levantaron la cara y Bangchan se acercó más.

―¿Creíste que era tan descuidado como para dejar mi habitación sin vigilancia? Te vi hurgando en mi portátil ayer por la noche. Muy hábil despistando este idiota, por cierto. Sé que no debo subestimarte, y tú tampoco debes hacerlo conmigo, así que dime donde está el USB y acabemos con esta fase rebelde.

Minho echó una mirada hacia el escritorio donde lo había dejado. Bangchan fue hacia allí y se metió el pendrive en el bolsillo de su chaqueta.

―Espero que no vuelvas a hacer nada parecido, o tu querido profesor podría resultar mal parado.

―Tú... maldito desgraciado... ¿Qué le hiciste a Jisung?

―¿Yo? Yo no le hice nada. Solo mandé a un amigo para que mantuviera una amistosa charla con él.

Minho apretaba los labios y los puños aguantando la rabia. Bangchan se acercó hasta estar a dos centímetros de él. Pudo oler su respiración, asquerosa.

―Es una pena que tengas esa actitud tan arrogante, con esa hermosa cara y ese cuerpo. Nos lo habríamos pasado muy, muy bien. Pero me van más sumisos. Soltadle cuando me vaya y... no le dejéis marcas muy grandes.

Bangchan salió por la puerta y los matones le obedecieron. Lo soltaron y uno le propinó un puñetazo en el estómago, el otro lo tumbó al suelo con una patada en las costillas y acto seguido se fueron.

Minho se quedó un rato en el suelo agarrándose el estómago y luego... luego se rio. Volvía a sentirlo. Volvía a sentir su corazón. Él nunca había dejado de quererle... todo había sido real. 

Ahora que sé la verdad buscaré la forma de que volvamos a estar juntos, nadie va a arrebatarnos nuestra vida, nuestros momentos, nuestra felicidad. Sé que volveremos a abrazarnos como siempre lo hicimos. Ahora lo sé.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Profesores #2 ; MinSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora