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   A penas se levantó, la vista que tuvo fue de pequeños copos cayendo con rapidez contra la fachada del edificio, empezando a llenarse de aquel manto blanco.

   Agarró su móvil, observando como tenía un video y una foto adjunta en el chat de Kaminari. Ambas cosas mostraban como el rubio molestaba a sus amigos, la foto por su lado era uno del cenizo distraído. Se quedó observando la imagen por un tiempo. Su cabello caía por su frente, tenía una expresión cansada y molesta. Lo que le llamó la atención fue ver el leve mohín en sus labios.

   Salió de la foto, encontrando adjunto un contacto junto con otro mensaje más abajo.

        👤
   —Bakubro
   "No le digas que te pase su número,            después me pega :("

   No supo porque le había pasado su contacto, pero no tenía problemas con agendar al ojos rubies.

   Recogió su habitación antes de bajar al primer piso, le resultó extraño que siendo las 8 am casi 9, sus compañeros aún no habían mandado a llamarla para desayunar. A penas entrar a la sala e ir hasta el comedor se encontró con la sorpresa de ver a todos allí, con su comida ya lista para acabar.

  Detuvo sus pasos y miró a todos, buscando una respuesta. El ruido de las risitas dejó de sonar y en su lugar todos dejaron de hablar al verla. La delegada de la clase no tardo en tomar cartas sobre el asunto y hablar por todos.

─Oh, no sabíamos que estabas aquí, Yamae─ fueron sus primeras palabras como excusa ─Como últimamente pasas más tiempo con las clase A y B no sabríamos si estarías, lo lamento. Puedes hacerte algo de comer.

   Un pequeño mechón de cabello cayó por su costado, cubriendo su ojo derecho. Miró de reojo nuevamente los platos, se tomó su tiempo para poder decir algo, pero sus palabras nunca salieron, no le quedó de otra que retirarse a la cocina en busca de algo de comida.

   Mientras avanzaba solo podía concentrarse en la opresión de su pecho y el sentimiento de familiaridad por lo ocurrido. Sus compañeros la están empezando a excluir y eso solo la hacía sentir como si de nuevo tuviese 6 años, llorando porque su mamá la ignoraba y hacía como si no existiese.

   A los minutos dos de sus compañeros entraron a lavar los trastes justo cuando ella salía a sentarse a comer. La mesa vacía, estando únicamente su presencia y la de la amarga sensación en su boca.

   A penas agarró el vaso y su mente divago por recuerdos que creía haber dejado.




























































   Las pisadas de alguien detrás suyo la hicieron girarse; era su progenitora. Parecía estar de buen humor, pero solo fue una fachada como las que siempre solía tener para ocultar su ira.

   cegada por su felicidad al hallar un caramelo no se percató de sus intenciones. Lo único que pudo hacer antes del suceso fue mostrarle el dulce.

   Lo que ocurrió después la dejó confundida. No supo porque, pero el ardor en su mejilla le había hecho saber que había recibido un fuerte golpe.






























   La imagen de su progenitora cayendo por las escaleras se repitió constantemente como un disco rayado. Su rostro deformado, la sangre en el piso y después todo se volvió borroso.
























































ᴄᴏɴᴇxɪᴏɴ | ʙᴀᴋᴜɢᴏ ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora