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   Había tratado de olvidarse de todo lo que pasó en la enfermería, obligando a su mente a pensar que el revoltijo de emociones que sintió no fueron más que cosas del quirk que la golpeó. No se habían vuelto hablar y la verdad preferiría que permaneciera así.

   Sus días transcurrieron normalmente, aún seguía sin poder hablar con Shinsou, por más que buscaba la forma, él parecía no querer acercarse.

   Esos pensamientos eran opacados por Denki, quien constantemente hablaba con ella, en donde algunas veces él era quien iba a su residencia o viceversa.
Esta vez le había tacado a ella ir, y para su sorpresa, Eri se encontraba presente.

   La pequeña en poco tiempo había confiado en ella, en ocasiones cuando Eri estaba, los peinados en su cabello eran asegurados. Así que fue más que normal para ambas verse y darse un abrazo.

─¡Yamae! Vamos al parque ¿quieres venir?

   La propuesta era buena y para confirmar que iría, miró al rubio, quien asintió con frenesí. Con una respuesta afirmativa tomó la mano de Eri y caminaron hasta la puerta.

─Aizawa sensei dijo que no podía, así que nos pidió que la lleváramos por él

   Midoriya le explicó y solo asintió al comprender la situación. No estaría mal salir de la UA unas cuantas horas y con dos chicos cuidando a la pequeña estarían bien.

   Ya sin más, los cuatro se dirigieron al lugar entre platicas y risitas por parte del rubio, unos minutos más bastaron para que llegaran a su lugar de destino.

   Los niños corrían por montones, jugaban en la arena o se resbalaban por el tobogán. Eri miró todo con emoción y tan rápido como sonrió, salió corriendo en busca de diversión.

   Se quedó atenta, visualizando el ambiente infantil. Padres con sus hijos felices, caricias y regalos que parecían simples, pero que estaba segura que, para los niños un chupete era un tesoro.

   Ignoró por completo a Midoriya y Kaminari y solo se concentró en ver a Eri conversar animada con otros de su edad, empezando así al juego de las atrapadas.

   Siempre le resultó una niña sensible, carismática y alegre la mayor parte del tiempo. Cuando escuchó lo que vivió antes de ser salvada por Midoriya y los demás héroes, sintió empatía, porque sus situaciones eran similares, y en el fondo, le alegró saber que ella si había podido ser salvada por gente buena, que la quiere y estaban dispuestos a protegerla para velar su seguridad y felicidad.

   Antes de que pudiera seguir con sus pensamientos, una fuerte sacudida movió con brusquedad toda la tierra. Los gritos asustados de los padres y niños inundaron sus oídos, obligandola a ver a los alrededores en busca del peligro.

   Un enorme artefacto con punta que salía de la tierra se hizo ver, destruyendo las calles y arboles a su paso. La máquina avanzaba con rapidez hacía donde estaban y al reaccionar solo pudo pensar en la pequeña de ojos rojos.

   La buscó con la mirada, encontrándola aterrorizada cerca de unos columpios.

─¡Hay que evacuar el parque y buscar ayuda. Yo me quedaré con Eri!

   Tras recibir una afirmación por parte de los dos hombres, corrió hasta ella. La atrapó entre sus brazos y le aseguró que la iba a proteger.

   Los temblores no se detenían, Midoriya estaba concentrado en detener la enorme máquina mientras los héroes profesionales estaban en camino. Kaminari le indicaba a la gente que huyeran del lugar con rapidez.

ᴄᴏɴᴇxɪᴏɴ | ʙᴀᴋᴜɢᴏ ᴋᴀᴛꜱᴜᴋɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora